Nocturno impertérrito

Haz Ámbar

En su rincón incómodo en mí transformo al monstruo

y apuesto todo el oro a que así estaré mejor

que incluso en sueños cuyo origen desconozco,

solitario aunque me asfixie siempre dentro un descontrol

arrastrándome hasta el límite que existe entre nosotros 

y abriendo cicatrices con lo tristes que nos pone

reservarnos la emoción: son las cosas por su orden 

cada noche que el agobio se refuerza en plenilunio 

y las consecuencias quedan solas sin refugio,

inseguro hasta del tránsito comparable no hay ninguno

tan atravesado en sentimientos casi tuyos.

 

Me respondo desde el público ya harto hastiado de este bulto

que me absorbe todo el tiempo liquidándome entre absurdos 

compañeros del infierno que yo me creo en vida 

si es la envidia que los mueve a pesar de lo que digan 

simplemente protegiéndose del contraataque que es seguro

al negárseme caricias tan de siempre prometidas.

 

Extasiado componente de mis crisis agresivas,

veo yo lo que conviene al berrinche de este crío

que es temido por la gente si se crece en su delirio,

pues de algún oscuro augurio va directo a desmadrarse 

a la par que el correctivo nos devuelve atrás su imagen

naufragada entre los síntomas ambiguos

de esa enfermedad fatal que lo hace único.

 

No es condena suficiente lo que tengo por delante

que me esperan para pegarme los dueños de este suelo.

Sus consejos fueron todo a cuanto pude yo aspirar

ya sin mal que en fin me dañe entre tanto desconsuelo

yo si a ti te soy sincero tras del muro impenetrable 

que dictaminan nuestros sentidos. Me pregunto ahora a qué juego

si la sombra se reparte por el mundo entero 

y entreteniéndome está el miedo a dar un paso solo.

Sin saberlo me abandono absorto al giro en mi agujero.

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