Canto a La Vida

Luis Barreda Morán

Canto a la vida

Un día, sin aviso,  
se apagará mi risa,  
y mis pasos callados  
quedarán en el viento.  
No habrá más despedidas,  
ni palabras dormidas  
en el hueco del tiempo.  

Dejaré en la mañana  
la taza de café,  
el pan que me alimenta,  
el canto que me eleva  
—aunque desafinado—.  
Se borrarán mis huellas  
del camino andado,  
y el libro que leía  
tendrá páginas vueltas  
por otra mano fría.  

El cielo que miraba,  
las noches estrelladas,  
el mar que me abrazaba  
quedarán en silencio.  
Ya no habrá en mis pupilas  
ni auroras ni tormentas,  
solo un viaje tranquilo  
hacia lo desconocido.  

Mas no guardo tristeza,  
pues la vida entera es  
un regalo que late:  
fue miel en mis labios,  
fuego en mi pecho frío,  
un abrazo sincero,  
un amor compartido.  

Aprendí que en lo breve  
se esconde lo eterno:  
en el pan que partimos,  
en las manos unidas,  
en el "gracias" sencillo  
que nace del alma.  

Por eso hoy canto fuerte,  
agradezco a la suerte,  
al cielo, a la tierra,  
al sol que no se cansa.  
Gracias por los instantes  
que ardieron como antorchas,  
por las risas grabadas,  
por el amor que salva.  

Si mañana me ausento,  
que sepa el firmamento  
que llevo en mi equipaje  
todo lo que amé tanto:  
el rocío en las flores,  
el abrazo de un niño,  
y el latir de un milagro  
que llamamos "vida".  

¡Gracias, oh universo,  
por prestarme este cuerpo,  
por dejarme sentir  
que el amor es inmenso!  
Y si un día me alejo,  
que mi canto quede  
como un susurro tierno:  
"Valió la pena el viaje,  
y en cada paso, el cielo".

—Luis Barreda/LAB

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