Oración a Santa Gema

José Gomariz Fenoll,

 

¡Santa Gema de Galgani, bendita!

cuyo angelical rostro encandiló

a la madre que al amor encarnó

y mi vida, por Dios, ahora a ti adscrita.

 

¡Santa Gema de Galgani, bendita!

a ti hoy, quien antaño poco pidió,

 quien hasta hoy autosuficiente se creyó,

implora acabar esta era maldita.

 

Tu intercesión agradezco ante Cristo

para que mis errores sean saldados

y sea libre como nunca me haya visto.

 

Tu intercesión agradezco ante Cristo

para que mis anhelos sean colmados

y en mi misión resulte bien provisto.

 

 

 

 

 

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  • Autor: José Gomariz Fenoll (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de mayo de 2025 a las 13:42
  • Comentario del autor sobre el poema: ————— — P I D O —————— Este comentario no es sobre el poema, sino sobre la destinataria del poema, quien vela mis sueños y me enseña a manejar el dolor. _____________________________________________ En Lucca, en Italia, santa Gema Galgani, virgen, quien, insigne por la contemplación de la Pasión y por los dolores soportados con paciencia, a la edad de veinticinco años consumó su angélica vida el día de Sábado Santo († 1903). _____________________________________________ Fecha de beatificación: 14 de mayo de 1933 por el Papa Pío XI Fecha de canonización: 2 mayo de 1940 por el Papa Pío XII. _____________________________________________ La historia de esta santa, tan cercana a nosotros por el tiempo (1878-1903) y por las costumbres de la vida cotidiana, tiene cosas increíbles por los fenómenos místicos de que fue protagonista. En ciertos períodos de su atormentada vida soportó vejámenes de toda clase. El demonio se le aparecía hasta bajo la figura del confesor para sugerirle obscenidades. Otras veces se le aparecía como un ángel luminoso; cuando se veía desenmascarado, desaparecía en una gran llama roja dejando en el suelo una estela de ceniza. A veces la golpeaba y la dejaba exánime en el suelo, en donde la encontraban con el rostro tumefacto y con los huesos dislocados. Pero la animaba a menudo la compañía de Cristo, de la Virgen y de su ángel custodio. Así narró ella misma, por obediencia, los acontecimientos que precedieron el misterioso fenómeno de los estigmas: “Era la noche del 8 de junio de 1899, cuando de repente siento un dolor interno de mis pecados... Apareció Jesús, con todas las heridas abiertas; pero de esas heridas ya no salía sangre, sino que salían unas como llamas de fuego, que vinieron a tocar mis manos, mis pies y mi corazón. Creí morir...”. Las llagas que se habían abierto aparecían cada semana de las ocho de la noche del jueves hasta las tres de la tarde del viernes, acompañadas con el éxtasis. Ante estos fenómenos misteriosos, que fueron pronto motivo de curiosidad de los vecinos de Lucca en donde vivía Gema, la gente comenzó a llamarla: “la niña de la gracia”. Era una jovencita crecida rápidamente y madurada por la experiencia del dolor.
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 13
  • Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, Javier Julián Enríquez
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