I
Día tras día quebrantados letargos,
de la alcoba saliendo sin un sol,
con la desdicha tan inmensurable
ya hasta ando sin temor.
Como la manzana que cae del árbol
y de nuevo de su tumba nació
otro árbol, manzana, semilla, brote;
¡muy igual vivo yo!
Son las grises horas tan diferentes
como el firmamento astros su color,
como quien ve solo puntos brillantes,
veo en el reloj vueltas sin conclusión.
En tiempos tan ásperos e incoloros,
hasta una tragedia me es bendición,
que sea el peor de los males…
¡Con que a mi espíritu le dé sabor!
II
El preso se levanta,
con cadenas se lo llevan,
a picar la misma roca
y a repetir su tarea.
Al colapso del esfuerzo,
con cadenas se lo llevan,
a descansar en su celda
y así hasta que en polvo muera
Yo del sueño me levanto
y con el amor apenas,
cumplo con lo que se exige,
completo mías faenas.
Justo en el quiebre mental
y con el amor apenas,
hiberno sin esperanza
y así repite el dilema.
Es que no es ninguna ciencia;
¿veis siquiera diferencia?
III
Vengo a contar mi primera realidad
y es que a mí ni las ratas me escuchan,
las moscas a atenderme se rehúsan,
ni el páter quiere escuchar mi verdad.
Y esta adyacente a la miseria,
porque es un cataclismo depresivo
un no poder vivir estando vivo,
de una bulliciosa agua una histeria
Ante el pensar, amar es expresar,
yo lo hallo en la empírea lírica,
una certeza afirmación cínica:
jamás mis versos querrán escuchar.
Quisiera yo conocer dichas almas
que hallan de canto digno la poesía,
en do en la lírica ven compañía
para sus tragedias verlas más mansas.
No las bocas que el plumín pitorrean
ni de esos de burla fácil a estos
y que su mofa alude en vil gestos,
¡alejaos de esos, demencia acarrean!
IV
Muérome solo en mi lecho,
echado, y bien despechado,
con un muy hábito estrecho,
contrecho, feo y pisado,
sin chica, pecho ni techo,
lo que más de menos echo.
V
Será en un albo y refulgente día,
lleno de gorriones y golondrinas,
en donde el sol no hable sino cantando,
lleno solo de amor y de alegría,
es ahí que yo me moriré.
Será, como las noches de San Juan,
con ruido, festejos y mucha vibra,
con las chispas vislumbrando en las sombras,
con niños riendo y mostrando sonrisas,
es ahí que yo me moriré.
Será a punto de las flores nacer
y cuando la flora es ya más tranquila,
las cigarras se pondrán a chirriar
alentando el viniente mediodía,
es ahí que yo me moriré.
Cuando el odio se fugue de la gente
y sus febles almas sean crecidas,
cuando el hombre y mujer que roba y hiere
reconstrúyase en paz y en armonía,
es ahí que yo me moriré.
Crecido es el motín en mi cerebro,
y el tumulto del corazón no envidia,
quién sabe si duérmome con navaja,
con sangre o con prohibidas pastillas.
Tan cotidiano será e
se momento,
y tan normal será la vida mía,
sin deudas, funerales o tormentas,
tan solo, querer quitarme la vida.
-
Autor:
angelinho (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 14 de mayo de 2025 a las 03:15
- Categoría: Triste
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.