Dulce Gravedad

marco romero

Dulce Gravedad 

 

Sus ojos, dos imanes de sombra profunda,

me arrastraron con la fuerza sorda de la tierra,

gravedad dulce, inexorable destino,

hasta el borde mismo de su aliento cálido.

 

Oía el vuelo inquieto de su pecho,

el revolotear secreto de su corazón desnudo.

 

Su mirada, viento suave entre los trigales,

me envolvió en la espiral de su sonrisa,

enredándome como la enredadera a la rosa,

y en ese instante, germinó la certeza:

 

sería yo su abrigo contra el frío del mundo,

puerto de paz en la noche de la tempestad,

oasis florecido en la arena del tiempo.

 

En su aura, prisionero voluntario,

como una mariposa prendida en la seda sutil,

comprendí que no había fuga posible,

estaba atado al hilo invisible de su ser.

 

m.c.d.r

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