Me perdí, hoy voy por MÍ

Y fui tormenta desesperada a la verita de tu cama; y fui raudal de deseos, y fui bonanza en tiempos de desesperanza; y fui de todo lo que te faltara, solo a la luz de tu mirada.

Y ahora dices que estoy loca, que vivo equivocada; no me hieras ni me quiebres con una excusa barata. Regálame otra madrugada.

Ay, por Dios, ¡Qué poco hay de mí en esas palabras! Es que ya no era yo; estaba completamente cegada, casi enajenada, mendiga de tu amor y de tu piel, rogando por cariño y placer; entre lágrimas.

Sin embargo, no sé por qué me dejé de querer y me volví otro ser, fui alienable, de tal manera que me robaste la dignidad y la fe. Y del amor propio ni se hable.

Si quisiera describirlo de alguna forma sublime, diría: el alma me mataste. Me convertí en una presa de tus caderas; era casi, de tu amor, una ramera.

Me acostumbré a tus engaños llenos de regalos, maltratos y apariencias, confundiendo tus deseos perversos con pasión, y eso me hizo miserable presa, viviendo de ilusiones y quimeras, confiando en el dinero que había en tu cartera.

Donde no había historia de amor de ninguna manera, si, solo fui una más: tu marioneta. De esas que toman, se usan, te ríes y se dejan.

Después de pasar la nefasta experiencia de ser utilizada y vejada por mi propia decadencia, no te culpo a ti; del porqué eres así, ni por lo que le hiciste a mi inocencia; ese es tu problema.

Hoy solo sé que debo rescatarme del abismo profundo al que me lanzaste. He ahí el dilema. No sé aún quién soy, pero estoy en el proceso. Solo sé, que hace falta mi redescubrimiento. Aceptar el error ha sido el primer paso, y ahora espero volar y comenzar de nuevo.

Nadie va a acabar con lo que más quiero. ¡Ahora lo entiendo!