En mis brazos

Si nos volvemos a encontrar después de tanto tiempo, no te voy a soltar, no voy a pensar, no voy a dudar... Es que, de mí, esta vez no te vas a salvar.

Tenerte a mi lado en esos años no parecía real. Eran tiempos de inseguridad. No es que yo valga menos o que tú valgas más, pero fue un momento tan brutal… Era un cambio, uno de esos que nadie quiere dar. Pero cuando la vida obliga, nada lo puede parar.

Hay momentos llenos de oscuridad, cuando parece que nuestra luz se apagará, cuando el “no volver nunca” retumba, cuando amenaza con quedarse el “jamás”.

Quisiera regresar el tiempo y volver a empezar. Sé que suena trillado, pero es lo que tengo para dar. “Quisiera” es un verbo tan complejo como el “hubiera”, y así pasa con ese tiempo verbal… Que es mejor no nombrar.

Cuando pasa el tiempo, la añoranza juega contigo. Te atrapa, te engaña, te pone a soñar… Porque decir “pensar” es poco, cuando es el corazón el que parece que va a estallar.

Lo cierto es que, de esta espera, hoy, algo bueno saldrá. No hay pasado, no hay mañana… Solo una lluvia de mí, que con amor te va a rociar. Gotas con mi olor que vendrán a lubricar esas líneas resecas que el tiempo ha dibujado en tu rostro, y en lugares que visité y hoy desconozco. Tenemos tanta soledad…

Hoy regreso con un “para siempre” y con mis ganas, diariamente, de darme un poco más… Ya no hay por qué llorar.

Te prometo que todo eso que hoy te aflige, que tiene tu mirada opaca y sin ganas de brillar, con mis cuidados y con respeto, de tu vida migrará, igual que hojas otoñales que recorren la ciudad…

Es que, con mucho cariño, lo nuestro voy a regar. Y es en mis brazos… ¡Mi amor, donde reverdecerás!