Escribí cada noche con tinta de veneno,
las palabras eran llagas, el papel mi aposento.
La pluma dibujaba lunas en el pecho,
pero nadie leyó el hueco de aquel techo.
Grité con metáforas de sal y exilio,
vestí de sonetos mi costado herido.
Los versos, astillas de un alma rota,
eran señales de una náufraga barca sola.
Subí al escenario con máscara de cal,
aplaudían al ritmo de mi propio mal.
Recité con voz de lluvia y torrente,
y confundieron el luto con el puente.
«¡Qué dominio del duelo!», dijo un ciego.
«¡Qué ritmo en las sílabas!», gritó un fuego.
Nadie vio que el poema era un hilo,
un mapa de huesos hacia el asilo.
En el clímax lancé mi verso final:
un alarido envuelto en cristal.
El público en pie ovacionó el dolor,
creyendo que el sufrimiento era una flor.
Y yo, tras el telón de terciopelo,
sentí cómo el alma se partía en hielo.
Aplausos de trueno, sonrisas de yeso,
celebrando el naufragio de mi propio cuerpo.
Al día siguiente, fui noticia en la ciudad:
«El poeta que convirtió el llanto en verdad».
Nadie preguntó por la sangre en el tintero,
ni por el vacío que creció en enero.
Me invitaron a cenas con pan y elogios,
mientras mis entrañas firmaban naufragios.
Brindaban con vino por mi «osadía»,
y yo bebía sorbos de mi propia agonía.
Ahora escribo desde un cuarto sin ventanas,
donde las palabras son tumbas tempranas.
Cada poema es un epitafio vivo,
un intento de ser, al fin, percibido.
Pero repiten: «¡Qué genial locura!»,
cuando describo mi lenta podredumbre.
Confunden el hambre con metáfora pura,
y a mi entierro le llaman «literatura».
Si algún día este cuaderno se halla vacío,
no busquen firma ni enigma ni brío.
Será que el grito, al fin, rompió el cristal,
y el poeta murió tras el ritual.
Entonces tal vez lean entre los renglones
las lágrimas secas, los viejos rincones…
Pero ya será tarde: la ovación habrá muerto,
y el verso yaciente dirá solo: «Esto fue cierto».
La tinta ya no fluye, rezuma ceniza,
cada letra es un paso hacia la derrota.
El reloj en la pared marca la cicatriz,
y el eco de los aplausos aún me azota.
Me visitan las musas con trajes de luto,
sus besos son jeringas de falso consuelo.
Me ofrecen laureles de cartón y tributo,
mientras como mis versos crudos en el suelo.
En el café literario, un joven me espía:
«Quiero llorar como usted con elegancia».
No sabe que el llanto no es melodía,
sino un río de esquirlas en la garganta.
La crítica proclama: «¡Domina el quebranto!»,
y yo pienso en la soga tras la ventana.
Venden mi dolor en ediciones de encanto,
mientras mi sombra se adelgaza y se araña.
Escribo sobre el invierno que habita mis venas,
y me llaman «maestro de la nostalgia fría».
Nadie ve que la nieve son mis cadenas,
ni que el frío es el polvo de mi osadía.
Una noche, la pluma sangró en el papel,
las letras formaron un rostro sin nombre.
Era yo, pero roto, hecho un pañuelo,
gritando desde el fondo de un horizonte.
Los editores piden «más dolor auténtico»,
y yo regalo astillas de mi columna vertebral.
Firmo libros con dedos cada vez más frágiles,
y mi firma es un hilo de sal.
En el espejo del baño, la máscara cruje,
la cal se resquebraja, muestra mi podrido.
Pero al salir, sonrío, el teatro continúa,
y el show debe seguir aunque yo esté vencido.
Soñé que rompía el cristal del escenario,
y en vez de aplausos, había un silencio vasto.
Pero al despertar, seguía siendo un extraño:
un cadáver que recita versos de contraste.
Ahora hasta el silencio me sabe a mentira,
las pausas entre versos son ataúdes vacíos.
La poesía, que fue mi tabla en la ira,
ahora es el martillo que destruye mis ritos.
Me preguntan: «¿Cuál es su secreto, poeta?»,
y quisiera escupir mi verdad en sus manos.
Pero digo: «La vida es metáfora inquieta»,
mientras mastico vidrio tras los cortinados.
El invierno se expande, ya no hay primavera,
las palabras son lápidas en mi boca seca.
Y aunque el grito se ahogue en la galería,
sigo escribiendo… por si alguien sospecha.
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Autor:
El Axis De Los Versos (
Offline)
- Publicado: 7 de mayo de 2025 a las 22:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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