Tu, Mi Pensamiento

Pensar en ti fluye naturalmente, un acto tan involuntario como el inhalar y exhalar el aire que me mantiene vivo. Es una constante suave, una melodía silenciosa que acompaña cada instante de mi existencia, haciéndome consciente de tu presencia incluso en la distancia.

Tu sonrisa, esa curva perfecta que ilumina tus facciones, se dibuja en mi mente con una facilidad asombrosa. Recuerdo el brillo en tus ojos al sonreír, la calidez que irradiaba y cómo contagiaba de alegría el espacio a tu alrededor. Es una imagen vívida que atesoro, un faro en mis momentos de oscuridad.

Pienso en tu piel canela, suave al tacto y cálida como el sol de la tarde. Evoco la sensación de acariciarla, la textura delicada bajo mis dedos, y el aroma sutil que la envolvía, un perfume natural que solo tú posees y que permanece grabado en mi memoria olfativa.

Aun en la rutina más simple, como tomar mi café matutino, tu recuerdo se presenta sin previo aviso. El aroma de la bebida caliente me transporta a momentos compartidos, a conversaciones entre sorbos, a tu presencia reconfortante al inicio del día. Inevitablemente, mi pensamiento vuela hacia ti, como un pájaro que regresa a su nido.

Te has convertido en una parte intrínseca de mi ser, un componente esencial de mi alma. Tu esencia se entrelaza con la mía, moldeando mis emociones, mis anhelos y mi perspectiva del mundo. No concibo mi vida sin la huella imborrable que has dejado en mi corazón.

Pronunciar tu nombre es un deleite para mis labios, una sensación dulce y melodiosa que acaricia mi paladar. Cada sílaba es un eco de tu ser, una vibración que resuena en mi interior y me recuerda la belleza de tu individualidad. Es una palabra preciada, cargada de significado y afecto.

En la quietud de mi soledad, tu ausencia se siente como un vacío palpable. Te extraño con una intensidad que a veces me abruma, anhelando tu compañía, tu voz, tu presencia que llena los espacios y colorea mis días. La soledad sin ti es un lienzo en blanco esperando ser completado con tus trazos.