Un Abrazo

Se dice que nuestro destino está grabado en el firmamento, un guión inalterable trazado por la danza de las estrellas. Si esta creencia ancestral es cierta, entonces quizás mi presencia en tu universo sea efímera, una estrella fugaz destinada a desaparecer, mientras que tú, en cambio, brillarás eternamente en mi cielo personal, una constelación imborrable en la bóveda de mi alma.

Sin embargo, esta noche, permíteme desafiar el orden celestial, proponer una audaz alteración del tapiz estelar. Te ofrezco una noche donde las leyes cósmicas se suspendan, donde la rigidez del destino ceda ante la calidez de un abrazo. Deseo que encuentres refugio entre mis brazos, un santuario donde la paz te envuelva como un manto de terciopelo. No habrá necesidad de palabras, el silencio será nuestro cómplice, un lenguaje íntimo que solo nuestros corazones entenderán. Simplemente quédate aquí, en este círculo protector que mis brazos te ofrecen.

Anhelo que duermas con la serenidad y paz que te ofrezco, con la certeza de que velaré tu sueño como un centinela silencioso, ahuyentando las sombras y los fantasmas que acechan en los rincones oscuros de tu mente. Deseo que liberes tus miedos, tus zozobras, entrégamelos en la quietud de la noche, y yo los desvaneceré cuando mi alma rompa las cadenas de la oscuridad que puedan oprimirte. Será antes del primer canto del ave, antes de que las estrellas mismas se percaten de la transgresión cósmica que habremos cometido, antes de que la aurora revele nuestro secreto.

Al amanecer, dejaré una rosa como testimonio silencioso de mi presencia, una prueba tangible de esta noche mágica que compartiremos. Esta noche será nuestro pacto secreto, un instante robado al tiempo y al destino. No revelaremos nuestro encuentro ni siquiera a la Luna, confidente habitual de los amantes nocturnos, guardaremos este recuerdo como un tesoro precioso, oculto en lo más profundo de nuestros corazones.