Cuando la tristeza toca la ventana,
congelando el sentimiento de mi amada,
dejando una pausa que agujerea el tiempo,
dejándonos temblando, llenos de miedo.
Perdóname si en mis promesas escribo imposibles,
pero es que contigo siento que puedo hacerlos posibles.
Si tú crees en mí, por favor, no me dejes morir en silencio,
no dejes que la aguja se hunda en mi pecho hasta el lamento.
El amor me recuerda a una mariposa negra que contemplaba,
misteriosa y silenciosa, con sus imponentes alas.
Aquella mariposa volaba en momentos dulces y de alegría,
y justo antes de probar lo agridulce… contemplé su tragedia.
No quiero que seas esa mariposa negra, no quiero que desaparezcas,
quiero que tomes mi mano y aceptes ser mi compañera en esta vida.
Sé que vuelo como un cometa y tú temes chocar contra espinas,
pero quiero ofrecerte una mano suave donde nunca te sientas herida.
Sé que solo soy un poeta sencillo que divaga entre romance y tragedia,
solitario, desdichado, pero con la fortuna de escribir con lo que me queda.
Sin dejar ni una gota en mis dedos, bebiendo el trago amargo de la vida,
pero sabiendo que no hay amargura sin antes la dulzura de una doncella.
Y en este caso, mi doncella eres tú… confía en mis palabras, amada,
si caes, siempre tendrás mi mano para sacarte de todas las tinieblas.
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Autor:
Tephros (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de mayo de 2025 a las 11:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR
Comentarios1
El amor me recuerda a una mariposa negra que contemplaba,
misteriosa y silenciosa, con sus imponentes alas.
Gracias poeta Tephros por tus letras.
Saludos cordiales.
Me alegra leer comentarios como este. ¡Buena vibra y gracias!
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