I
No hubo papel,
ni tinta negra,
solo el alfabeto del aliento
dibujando vocales en su piel dormida,
como quien ora con la boca
sobre un evangelio de carne.
II
Cada beso fue una sílaba
que la noche transcribía sin errores.
Una plegaria tibia,
un secreto sin testigos,
un poema que el alma recuerda
aunque el cuerpo no lo lea.
III
Su espalda,
territorio de revelaciones,
se ofrecía como tabla de arcilla
donde mi lengua -pincel de fuego-
dibujaba lo que no me atreví a decir con voz.
IV
Allí le hablé de eternidades,
de silencios que aún arden bajo la piel,
del amor que no pide respuestas,
solo presencia,
y un espacio donde ser lenguaje puro.
V
No lo supo nunca.
O quizás lo supo de otra forma,
como un eco que habita los hombros
cuando el frío del mundo
no logra borrar del todo la ternura.
VI
Y aunque jamás abrió esa carta invisible,
sé que la lleva consigo.
Como quien carga un rezo antiguo
grabado entre los omóplatos,
como quien fue amado con un idioma
que solo el alma, en su exilio, comprende.
JUSTO ALDÚ
Panameño
Derechos reservados / mayo 2025.
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 3 de mayo de 2025 a las 00:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: JUSTO ALDÚ, Poesía Herética, Tommy Duque, Lualpri, Ed-win, Emilia🦋
Comentarios1
como quien fue amado con un idioma
que solo el alma, en su exilio, comprende.
Muy buenas letras, amigo Justo.
Gracias y muy buen finde.
Asi es Luis.
Gracias por siempre acompañarme.
Es un finde que me la pasaré editando. Si acaso tocaré alguna lectura.
Saludos,.
Un abrazo.
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