Muy Dentro

Muy Dentro

No es que no me importe
pasar indiferente por tu sendero,
reencontrarte, verte pasar,
sentir tu olor
y casi rozarte,
tragándome tu sombra.

No es que no me importe
que al verte pasar,
bella… apetecida,
con mi deseo quemándome
por dentro —sí, muy dentro—,
como se presiente el veneno en la copa,
como el hormigueo erecto en mi vientre,
lúbrico, obsceno,
delatando la fiebre
de mi mirada libidinosa.

No es que no me importe
pasar imperturbable,
cuando tu andar es acompañado
y la envidia me corroe,
y los celos desdeñan tu imagen.
Sí, muy dentro, muy hondo…
rencoroso, hostil,
disfrazando este amor
de odio sucio y callado.

Y al verme pasar,
alzas la mirada,
con tu sonrisa triunfante,
de quien sabe leer
mis ganas voraces de tenerte,
de acapararte,
de poseerte...

Pero me tiendes la mano,
altanera, orgullosa,
alzando el trofeo en tu dedo,
recordándome: eres… ajena.
Aunque muy dentro, sí, muy dentro,
tu sonrisa fingida
se convierte en tristeza,
porque te habrás vendido
por unas cuantas monedas.

Pero no el amor,
ese amor que aún me pertenece.
Y eso… muy dentro,
sí, muy dentro,

ya no me importa más.