Si otro hubiera escalado la cumbre de mis logros,
yo, con el veneno verde de la envidia,
habría bordado laureles ajenos,
sin ver la escarpada ascensión de mi alma.
Pero soy este yo, dueño y esclavo
de mis actos, tejiendo mi ocaso y mi aurora,
arquitecto de mi ruina y mi incierta libertad.
¡Ay, sí la certeza de este desgarro,
esta conciencia amarga de mi yugo,
hubiera florecido antes de su hechizo!
Olvidé las espinas de la verdad desnuda,
me perdí en el espejismo de su mirada perfecta.
Nadie dibuja el nudo ciego en la garganta,
la lenta resurrección de los pedazos rotos.
El tic-tac implacable de la rutina,
la máscara impuesta para enfrentar el día,
son olas de cristal, cascadas congeladas
en la cuenca turbia de mis ojos velados.
Un lazo invisible me asfixia por dentro,
me roba el aliento, la simple mecánica de vivir.
La mañana es una montaña de sombra y frío
si su recuerdo ausente no irradia calor.
El esfuerzo físico, una parodia cruel
de la fatiga que carcome mi espíritu.
El apetito se desvanece en la niebla del dolor,
las horas se arrastran sin sabor ni sustancia.
La sed es un espejismo lejano
entre el mar de lágrimas silenciosas,
y mi ser se marchita, hoja a hoja,
un otoño interminable en el alma.
La pérdida de la que ame, un eco distante,
se suma a este encierro lacerante y profundo.
La indiferencia me roza con dedos helados,
la idea de desaparecer, una dulce tentación.
No quiero la trampa otra vez,
la caída vertiginosa al abismo oscuro,
donde su sombra es la única compañía,
y nadie, ni siquiera yo, puede rescatarme.
La fuerza de voluntad es un músculo atrofiado,
la lucha, un eco lejano en la memoria.
El miedo es un carcelero constante,
la reconstrucción, un laberinto sin salida.
Y caer de nuevo, hecho trizas, añicos,
la muerte como un destino inevitable,
escrito en las líneas de mi mano temblorosa.
Así es mi verdad.
Y si fueras tú…
Mi pecado predilecto, la herida abierta.
El límite infranqueable que mi alma cruza
con los ojos cerrados, buscando la luz en la sombra.
El peligro latente que mi razón esquiva,
pero que me atrae con una fuerza magnética.
Ya no sé el idioma de la soledad serena,
ni las palabras exactas para mi desdicha.
El mundo celebra el amor con canciones triviales.
¿Quién escribe la elegía del alma rota?
Se habla del amor, se susurra el dolor,
pero la esencia cruda, el sabor amargo,
queda silenciada, un secreto punzante.
Dirán: un capricho vano, la soledad buscando asilo.
Jamás comprenderán el universo entero
que vislumbré aquel día en tus ojos,
un firmamento estrellado sin la necesidad de la noche.
Contemplaban la esencia misma de la mujer,
una perfección que me subyuga y me destruye.
Dicen que la máscara oculta la mentira.
Siento la punzada fría de tu engaño constante,
la traición insaciable que mi corazón se niega a ver.
Y la melodía amarga de Arjona resuena en mi mente:
El problema es que te creo, una y otra vez.
No puedo dejar de amarte, de aferrarme a la ilusión,
aunque cada palabra tuya sea un cristal afilado
clavándose en lo más profundo de mi ser.
Esta es mi condena, mi amor imperfecto
por un ser magnífico que me hiere sin cesar.
Esta es mi vida, dañada y aún así,
inexplicablemente, atado a ti.
JTA.
-
Autor:
jtaltuve (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de mayo de 2025 a las 12:08
- Comentario del autor sobre el poema: Amados lectores, este poema, al que he titulado 'Fragmentos de un Alma Descalza', nació de una necesidad profunda, de la urgencia por darle voz a esas verdades incómodas que a menudo callamos. No es una historia lineal, sino más bien los pedazos dispersos de una experiencia vital marcada por la contradicción y el dolor. Comienza con una reflexión sobre la tendencia humana a idealizar lo ajeno, cómo a veces no valoramos nuestro propio esfuerzo hasta que lo vemos reflejado en otro. Pero rápidamente, el foco se centra en una responsabilidad ineludible: la de ser artífice de nuestro propio destino, tanto en la caída como en la posible liberación. Es una aceptación sombría, teñida de un 'ojalá hubiera entendido antes', que evoca el arrepentimiento de no haber reconocido ciertas verdades antes de que el amor, o la ilusión, nos cegara. Luego, el poema se adentra en ese silencio colectivo que rodea al sufrimiento real. Nadie habla de la lenta y dolorosa reconstrucción tras una herida emocional, del peso de la rutina cuando el alma está hecha trizas. Quise pintar esa imagen de las emociones estancadas, de la asfixia invisible que paraliza la vida cotidiana. La dificultad de levantarse, la pérdida del apetito, la deshidratación por las lágrimas no derramadas, la transformación en un 'otoño' interior... son metáforas de un desgaste profundo, de una tristeza que consume. La ausencia de los seres queridos se suma a este cuadro de aislamiento, intensificando la sensación de que la existencia pierde sentido. La idea de desaparecer surge no como un acto de valentía, sino como un susurro tentador ante un dolor insoportable. Hay una clara resistencia a volver a experimentar el amor, un temor visceral a la repetición de un ciclo de desolación donde la ayuda externa es inútil y la propia fuerza parece agotada. Es el miedo a la vulnerabilidad, a la incapacidad de luchar contra una marea emocional que amenaza con arrastrarnos. La imagen de quedar hecho pedazos es tan vívida que la muerte misma se presenta como una conclusión casi lógica. Y entonces, emerge una figura, un 'tú' ambiguo pero poderoso. Es la 'prohibición favorita', aquello que sabemos que nos daña pero que irresistiblemente nos atrae. Es el peligro consciente, la línea roja cruzada con los ojos cerrados. Esta dualidad entre la razón y la obsesión es un núcleo central del poema. La reflexión se expande hacia la omnipresencia del discurso amoroso, contrastándolo con el silencio que rodea al dolor verdadero. Se escribe sobre el amor, sí, pero ¿quién se atreve a describir la esencia visceral del sufrimiento? Quise intentar plasmar ese 'estar allí', esa inmersión total en la angustia. La explicación de ese amor, o fascinación, se aleja de los clichés románticos. No es un capricho superficial, sino una visión profunda, un instante revelador donde se vislumbra algo extraordinario en la otra persona, una luz que trasciende la oscuridad cotidiana. Finalmente, la sombra de la duda y el engaño se cierne sobre esa relación. La intuición de la mentira, a pesar del deseo de creer, genera una tensión dolorosa. La referencia a la canción de Arjona subraya esa paradoja de la credulidad ante quien nos hiere. En esencia, 'Fragmentos de un Alma Descalza' es un intento de desnudar el alma, de mostrar las heridas sin filtros ni adornos. Es un grito silencioso contra la idealización del sufrimiento y la superficialidad del discurso amoroso dominante. Busca evocar en el lector una conexión visceral con la fragilidad humana, con la lucha interna entre la razón y la emoción, y con la dolorosa paradoja de aferrarse a aquello que nos daña. No hay respuestas fáciles, solo fragmentos de una verdad personal, expuesta con la esperanza de que resuene en otras almas que también caminan descalzas por el pedregoso sendero de la existencia.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, JAGC, WandaAngel
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.