Ahí van los malcontentos,
condenados a vivir en el paraíso.
Fueron florines de oro,
hoy serán uno más en el panteón de las glorias.
Ante la muerte ilustre
se quedan estoicos,
como la Torre de la Fecca,
mirando al río Arno.
Florencia,
siempre tú,
maquiavélica.
En tus piedras, el cielo.
En tu despedida, el infierno,
como lo sabía Dante.
Ahí voy, en el Barrio de San Juan;
aún respira Miguel Ángel,
su mármol baña Santa María del Fiore,
como el oro las copas de Murano.
Los artistas burlan el Baptisterio,
hasta la Plaza de la República.
El jabalí reparte la vida,
la Signoria, la justicia.
David afina la piedra
para el tirano del tiempo,
para la que huye,
para la superflua.
David, símbolo de libertad,
bambino de Donatello,
líbrame del callejón del asesino.
Hagámoslo del beso
y una postal del Ponte Vecchio,
fina como las cuerdas
que corren por tus venas.
Florencia,
Campo Marte,
piedras de libertad,
estatuas de arte.
Vístete con mi cuero,
que te respira
en cada paso,
cada que te encuentro.
Abundante como bistec,
como la fuente de Neptuno.
Florentia,
Florentina,
¡Ámame!
Siempre tuyo.
-
Autor:
Chico (
Online)
- Publicado: 2 de mayo de 2025 a las 07:26
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 1
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.