Con manos curtidas forjaron el día,
en madrugadas de esfuerzo y valor.
El sudor se volvió su melodía,
tejiendo esperanza con tanto ardor.
No hay máquina que iguale su empeño,
ni reloj que detenga su voluntad.
Trabajan con sueños como diseño,
alzando el mundo con dignidad.
Sus pasos sostienen cada jornada,
invisibles, firmes, sin descansar.
Aunque la vida venga cansada,
ellos la enfrentan sin titubear.
Hoy les cantamos desde el respeto,
con voz que abrace su corazón.
Porque sin ellos no hay fundamento,
ni late el alma de la nación.
Y en cada oficio, martillo o labriego,
hay una historia que quiere brillar.
Son los pilares del suelo que entrego,
¡a los que nunca dejamos de honrar!
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Autor:
Miguel Ángel Peñafiel Miranda (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de mayo de 2025 a las 00:19
- Categoría: fecha-especial
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, marha san antonio
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