Rojo que fue.

pasaba

me amó

y me mató

con el jugo amargo

de su silencio.

 

me dejó

con los abismos

y el vértigo

como única herencia.

 

Mis brazos vacíos

aún sostienen

el color de los manzanos

sin flor.

 

que se seque el río

que el rojo arda en negro

que la brújula se ría.

 

sólo quiero verlo

detrás de la sombra

decirle

que mi luz

es un mundo sin gravedad.

 

Él, portador del destino,

vino con su copa de manzanas.

Me ofreció el amargo néctar

de lo que arde y lo que deja cicatriz.

 

Él, dios pasajero de los sentidos,

me hizo su templo

y me derrumbó.

 

Oh, que el río se seque

que la luna pronuncie su lamento,

que los caminos olviden la dirección del cielo.

 

Que el rojo — que  fue —

se vuelva manto negro eterno.

 

Pero déjame verlo

bajo la vía secreta

tras la sombra,

y que me escuche decir:

mi luz se queda,

aunque el mundo no me recuerde.

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Comentarios +

Comentarios1

  • Llaneza

    Hermosos y melancólicos versos.

    Un abrazo amiga.



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