me amó
y me mató
con el jugo amargo
de su silencio.
me dejó
con los abismos
y el vértigo
como única herencia.
Mis brazos vacíos
aún sostienen
el color de los manzanos
sin flor.
que se seque el río
que el rojo arda en negro
que la brújula se ría.
sólo quiero verlo
detrás de la sombra
decirle
que mi luz
es un mundo sin gravedad.
Él, portador del destino,
vino con su copa de manzanas.
Me ofreció el amargo néctar
de lo que arde y lo que deja cicatriz.
Él, dios pasajero de los sentidos,
me hizo su templo
y me derrumbó.
Oh, que el río se seque
que la luna pronuncie su lamento,
que los caminos olviden la dirección del cielo.
Que el rojo — que fue —
se vuelva manto negro eterno.
Pero déjame verlo
bajo la vía secreta
tras la sombra,
y que me escuche decir:
mi luz se queda,
aunque el mundo no me recuerde.
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Autor:
pasaba (
Offline)
- Publicado: 30 de abril de 2025 a las 03:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: nachosol, Llaneza, Tommy Duque, Rosario_Bersabe, Antonio Martín
Comentarios1
Hermosos y melancólicos versos.
Un abrazo amiga.
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