Contigo en la distancia

Contigo en la distancia

He caminado largo,

entre alegrías que brillaron fugaces

y sombras que dejaron su eco en el alma.

He perdido, he ganado,

me he roto,

y con manos temblorosas aprendí a reconstruirme.

Y en medio de esa danza de escombros y luces,

apareciste tú.

No como un milagro escandaloso,

sino como la brisa que llega cuando más se necesita aire,

como la voz suave que no interrumpe,

pero transforma.

Llegaste cuando no buscaba,

pero necesitaba.

Cuando el alma, lista para un nuevo capítulo,

encontró en ti

el punto de partida más hermoso.

Tú, que sin saberlo fuiste respuesta.

Tú, que al llegar no cambiaste el mundo,

pero hiciste que todo en él se sintiera mejor.

Dios, en su infinita forma de hablar sin palabras,

te puso en mi camino

como quien dice suavemente:

“Por aquí es”.

Y tú…

decidiste quedarte.

Seguir ese sendero,

caminarlo conmigo.

Gracias.

Gracias por ser luz,

por ser compañía.

Por no temer al camino,

y por hacer que el trayecto se sienta hogar.

Hoy, me miro y me reconozco:

esta versión de mí es la más plena.

La más limpia,

la más verdadera.

Y quiero que seas tú

quien la descubra,

quien la celebre,

quien la disfrute.

Porque contigo todo es más claro.

Contigo todo es más suave.

Contigo… todo es más.

Y aunque lo repita mil veces,

gracias.

Gracias por estar.

Gracias por creer.

Gracias por quedarte.

Porque hoy sé, sin una sola duda,

que el mejor momento de mi vida

lleva tu nombre.

Y en la distancia o en la cercanía,

es contigo

donde todo cobra sentido.

No existen limitaciones

cuando dos almas deciden encontrarse.

Ni el idioma, ni la distancia,

ni las formas distintas de expresar lo mismo,

han sido un obstáculo.

Al contrario, hemos buscado entendernos,

hemos creado un puente

donde solo había diferencias.

Y todo ha fluido,

con una belleza que no se explica,

pero

se siente.

Esa es la magia de lo nuestro.

Esa es la fuerza de esta conexión.

Con cariño para Marina.