Mi Rosa y Yo

Mi Rosa y Yo

En el jardín del tiempo, al amanecer,  
una rosa roja quiso florecer.  
Sus pétalos suaves, brillantes de amor,  
guardaban secretos de un vivo color.  

Era reina del viento, princesa del sol,  
su aroma ligero volaba con voz.  
Me acerqué a escucharla, temblando de emoción,  
y en susurros me dijo su tierna canción.  

"Mi vida es corta, fugaz como el rocío,  
pero guardo sueños que el cielo me envía.  
Aunque espinas me cubran, protegiendo mi alma,  
mi esencia perdura más allá de la calma."  

Sus pétalos rojos, cual sangre latiendo,  
hablaban de amores que van floreciendo.  
"¿Por qué te marchitas?", le dije con pena.  
"Todo tiene su ciclo… Mas queda mi esencia."  

El viento bailaba, llevándose su aroma,  
mientras el ocaso teñía la loma.  
"Es hora de irme, no llores por mí—  
en tu corazón viviré hasta el fin."  

Un beso le di, y al suelo cayó  
su último pétalo, rojo y veloz.  
Mas no fue despedida, pues su dulce aroma  
en mis sueños persiste, vibrando en mi roca.  

Las rosas, aunque mueren, nos dejan su luz,  
sus colores, sus risas, su aroma en la cruz.  
Aprendí que el amor no entiende de adioses:  
renace en memorias, caricias y gozos.  

Hoy siembro semillas donde ella estuvo,  
y en cada capullo su historia revivo.  
Las rosas son frágiles, sí, es verdad,  
pero eternas en versos de amor y amistad.  

No temo a las espinas, ni al tiempo veloz,  
pues sé que en el alma no hay fin ni rencor.  
Mi rosa se fue… Mas su esencia permanece,  
y en noches de invierno, su fuerza me ofrece.  

Así, cuando el mundo me apriete el corazón,  
recuerdo su voz: "Aquí estoy, en canción".  
Las rosas se van, pero vuelven a nacer…  
Y el amor, aunque calla, jamás deja de ser.

—Luis Barreda/LAB