Verso libre Mi amistad es imposible

Eros Corzo Camacho

Amiga, la edad no encuentra arrugas en tu alma. Cada día, cada año y en cada tiempo, de tu rostro se absorbe la distensión: inmarchitable es. Tu piel fue la destilación de mis uvas, que se hizo esencia de mi vida.

Mátame la edad a besos, mátame la edad a besos... pero mátame.

Que tu furia sea extinguida por la llama de mi vida.

Es que no quiero ser tu amigo, quiero ser el que te salve de las pesadillas, el que te haga no terminar tus palabras por mis besos.

Entonces, en el beso, todo se calló: las constelaciones detuvieron su grave y eterna rotación, la galaxia no lloró su eco, los planetas emularon silencio, el mar aplanó sus olas extinguiendo su sonido, y nuestro cuarto, en conspiración con el Universo, sentenció todo acto natural del habla.

La naturaleza forjó su herramienta de seducción donde tu espíritu es elemento de origen, requisito total y único para hacer la ley en mis doctrinas.

¿Pero cómo sube lo de abajo?

La memoria de la historia no te recuerda, pero yo sí puedo, porque el sonido de mi alma, que no tiene labios, conlleva a este escrito.

Porque el sonido que no puede ser oído, yo lo entiendo en mis sueños y te lo entrego.

De la luz negra, aclarada por tus manos, se suscribió el estado anterior a la tristeza con tan solo verte.

Cómo me encantaba confundirme entre el sueño y la realidad,

el sinónimo que no puede ser encontrado, pero que por adhesión es parte de ti.

Y este verso es como negar a la noche: más allá del ahogamiento está la agonía de mi literatura.

La tinta de mi sangre va muriendo, se acaba en letras que vivirán por siempre.

¿Sabes?

Si muero, yo te escucho entre la frontera de la realidad y el más allá,

porque no existió límite,

ni el infinito del Universo,

ni la decisión final negativa del Supremo.

Al final de mis ejercicios y dietas extenderé mi vida a una milésima más cuya única finalidad será volverte a pensar.

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