El último árbol
Entre el humo y el hierro, crece el cemento,
la selva se desangra sin lamento.
Llaman "progreso" al río que envenenan,
y al árbol derribado, "riqueza buena".
Las máquinas no saben de cantos de pájaros,
solo cuentan monedas, sueños tan escasos.
El obrero es un número, el niño una sombra,
mientras el poderoso en su torre asombra.
El mar llora plástico, el viento carcome hollín,
el futuro se ahoga en un mundo gris.
¿De qué sirven los bancos, las luces de la ciudad,
si la tierra está herida, sin posibilidad?
Vendieron el aire, envenenaron el pan,
nos enseñaron a odiar lo que no da ganancia.
Pero el sol no se compra, ni la lluvia en el trigal,
la vida no es una deuda que se pueda pagar.
Cuando el último pez muera en la red,
cuando el desierto avance y no haya qué beber,
las monedas serán espejismos de sed,
y el hambre recordará lo que fue el querer.
Mas aún hay raíces bajo el asfalto frío,
semillas que esperan otro ritmo, otro brío.
Si sembramos la lucha, cosechamos la unión,
el mundo no es una fábrica… es nuestra canción.
No es tarde para abrazar el trigo y la flor,
para sanar el agua, para escuchar el amor.
El capital no es dios, es un muro a derrumbar:
la tierra no se vende… se debe cuidar.
—Luis Barreda/LAB
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Autor:
luis barreda (
Offline)
- Publicado: 27 de abril de 2025 a las 15:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, EmilianoDR
Comentarios1
No es tarde para abrazar el trigo y la flor,
para sanar el agua, para escuchar el amor.
El capital no es dios, es un muro a derrumbar:
la tierra no se vende… se debe cuidar.
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ESPECTACULAR Cierre diste a tus bellos versos... Abrazos y saludos
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