Sin receta

Al menos una imagen, la quimera
de un humo que musita alguna estancia
que hable sin voz, sin prisa, la elegancia,
con el rumor que el alma considera.

Una metáfora que, aunque ligera,
retumbe en la ternura, y en la danza
de un par de frases torpes, sin pujanza,
pero que digan todo, a su manera.

Expreso con pudor y con paciencia,
la sobriedad de un beso, en el intento
tan simple como amar sin etiqueta,

tan sencillo como el cantar del viento
que asoma en tu ventana mi presencia,
todo eso y más, sin ninguna receta.