Siete kilómetros sin prisa, con el tiempo
prestado, de esos que sabes hacia dónde van,
una cuerda tendida, casi sin sorpresas,
mientras los días escriben su nombre en silencio.
La ciudad despierta sin sobresaltos,
las mismas calles, el rumor de los coches
enredándose en las ramas de la rutina.
Mi cuerpo camina, autómata, sin rumbo visible.
A veces, un rostro me resulta familiar,
pero sigo, callado,
conversaciones que no se dan,
miradas que ya solo son huellas.
En medio del paso, el eco del supermercado:
la lista se hace pesada entre los dedos,
la mochila se carga de gestos pequeños,
y suena el tintineo de unas monedas.
Luego, el café: ese acto que me ancla,
una tregua cotidiana donde el mundo flota.
Café con leche, pacto tácito y leve
con el camarero, para una charla sin historia.
La vuelta a casa, con ese paso tranquilo
que lleva consigo una paz sin nombre,
aunque la mochila pese,
sé que he cumplido mi propósito.
Siete kilómetros que no interrogan,
una vida que avanza sin pedir permiso.
En los días comunes se esconde la dicha:
la rutina enseña, sin ruido, a ser feliz.
José Antonio Artés
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Autor:
José Antonio Artés (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2025 a las 10:55
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: JAGC, Llaneza, EmilianoDR
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