Bajo cuatro cielos

Margarita García Alonso

Bajo cuatro cielos,

entre grises y

un telón azul profundo,

la luna reposa junto a la mano

del chino que equivocó

la última letra.

 

Escribía polvo de estrella

y del pincel escaparon  

trazos que imitan tu nombre.

 

Frente a la tinta derramada,

la pincelada imperfecta

confunde trazos geométricos

de pólvora con el Universo extinto

donde no hubo nosotros,

menos constelaciones.

 

En el borde horadado,

líneas secantes determinan

un punto contrario a casa.

 

Terrible,

los geranios cubiertos de granizo,

el estanque helado

y bajo el cristal peces rojos,

samuráis que arrastran cólera antigua

 

con el sable arrancan junquillos,

acechan recubiertos por juncos.

 

El viento impide matar,

la tarde flota, sin embargo

golpea a la garza,

destruye el nido

que intenta la cigüeña.

 

La tempestad huele a muerte,

no sé si presiento,

o por inatención flota

otro cadáver

en perfume divino.

 

Sucumbe, el samurái naranja

deviene azulino

mientras la turba admira

cómo ensaya en vano de

romper el hielo,

turba feliz, final en selfi,

 

tal vez recomience alegremente

el canto del viento.

 

Cascada de azules en

país de sauces llorones,

 

mientras bucean

en busca del salmón

de salto plateado,

 

con poca esperanza

nado contra corriente.

Temor infundado

en vena de jaspe.

 

Gema expuesta

donde comienza

la ráfaga de nieve

derretida.

 

Amo el corazón ahogado

en la fuente.

 

Todo huele a azufre pasión,

lago helado,

en la profundidad se desliza

suave la calma tras estela

de paulatina paralización.

Punto muerto,

el chino cava sin consuelo y

la pesada pelusa del suéter

flota entre guindillas exóticas.

 

Amanece nevada,

la borrasca enternecida

sobre pinos coronados

enreda trenza de franela,

se acomoda al crujido

del cerezo.

 

La madera brilla

en la escarcha

de la ventana.

 

Siento la Presencia,

el aire eriza mi nuca,

vuela silencioso.

 

Elige mi corazón,

espectro, camuflado guía.

 

La nieve levanta gris nube

que marcha hacia febrero

frenando retoños de rojas

camelias e hibiscos.

 

Otra vez cascada,

bordado, creencia

alimentan

burbuja iridiscente.

 

Asciendo, estallo en colores,

Malo, encima de mi tormenta

el hielo forma

hexágonos perfectos.

 

Con golpe apocalíptico

derrite esta confianza

que disminuye lentamente,

 

las raíces se aferran

a quien realmente soy,

 

alguien que escribe

raros caracteres chinos

en arena azucarada,

 

en el interior, feroces

moluscos ordinarios.

 

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Comentarios +

Comentarios1

  • EmilianoDR

    En el borde horadado,
    líneas secantes determinan
    un punto contrario a casa.

    Gracias Margarita por tan hermosas letras.
    Saludos.

    • Margarita García Alonso

      Gracias, Emiliano, por su amabilidad, contenta de verle por acà, abrazos.



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