Bajo cuatro cielos,
entre grises y
un telón azul profundo,
la luna reposa junto a la mano
del chino que equivocó
la última letra.
Escribía polvo de estrella
y del pincel escaparon
trazos que imitan tu nombre.
Frente a la tinta derramada,
la pincelada imperfecta
confunde trazos geométricos
de pólvora con el Universo extinto
donde no hubo nosotros,
menos constelaciones.
En el borde horadado,
líneas secantes determinan
un punto contrario a casa.
Terrible,
los geranios cubiertos de granizo,
el estanque helado
y bajo el cristal peces rojos,
samuráis que arrastran cólera antigua
con el sable arrancan junquillos,
acechan recubiertos por juncos.
El viento impide matar,
la tarde flota, sin embargo
golpea a la garza,
destruye el nido
que intenta la cigüeña.
La tempestad huele a muerte,
no sé si presiento,
o por inatención flota
otro cadáver
en perfume divino.
Sucumbe, el samurái naranja
deviene azulino
mientras la turba admira
cómo ensaya en vano de
romper el hielo,
turba feliz, final en selfi,
tal vez recomience alegremente
el canto del viento.
Cascada de azules en
país de sauces llorones,
mientras bucean
en busca del salmón
de salto plateado,
con poca esperanza
nado contra corriente.
Temor infundado
en vena de jaspe.
Gema expuesta
donde comienza
la ráfaga de nieve
derretida.
Amo el corazón ahogado
en la fuente.
Todo huele a azufre pasión,
lago helado,
en la profundidad se desliza
suave la calma tras estela
de paulatina paralización.
Punto muerto,
el chino cava sin consuelo y
la pesada pelusa del suéter
flota entre guindillas exóticas.
Amanece nevada,
la borrasca enternecida
sobre pinos coronados
enreda trenza de franela,
se acomoda al crujido
del cerezo.
La madera brilla
en la escarcha
de la ventana.
Siento la Presencia,
el aire eriza mi nuca,
vuela silencioso.
Elige mi corazón,
espectro, camuflado guía.
La nieve levanta gris nube
que marcha hacia febrero
frenando retoños de rojas
camelias e hibiscos.
Otra vez cascada,
bordado, creencia
alimentan
burbuja iridiscente.
Asciendo, estallo en colores,
Malo, encima de mi tormenta
el hielo forma
hexágonos perfectos.
Con golpe apocalíptico
derrite esta confianza
que disminuye lentamente,
las raíces se aferran
a quien realmente soy,
alguien que escribe
raros caracteres chinos
en arena azucarada,
en el interior, feroces
moluscos ordinarios.
del poemario
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Autor:
Margarita García Alonso (
Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2025 a las 06:25
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, nachosol, Alberto Escobar, Poesía Herética, EmilianoDR
Comentarios1
En el borde horadado,
líneas secantes determinan
un punto contrario a casa.
Gracias Margarita por tan hermosas letras.
Saludos.
Gracias, Emiliano, por su amabilidad, contenta de verle por acà, abrazos.
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