Metanoia del Espejo Fragmentado 

En sus ojos hallé una sombra quieta,
y una palabra antigua, un dardo frío,
hirió la calma donde el alma secreta
guarda los ecos de un pasado sombrío.

"A veces me siento bonita", su voz quebró,
un hilo de luz contra la densa bruma,
mas la memoria, espectro que no huyó,
trajo el engaño, la punzante pluma
que en su piel grabó cicatrices mudas,
un odio ajeno que en su ser prendía,
sembrando la pregunta, ¿qué hay en mí, dudas
que la angustia del espejo irradia?

Sentí el dolor, la sombra masculina
que en la injusticia encuentra su amargura.
No todos somos la ponzoña ruin
que un alma quiebra con saña impura,
que marchita la fe, desdibuja un broche
de esperanza. Cada quien, ser singular,
labra su senda, su destino escoge,
pero dañar, dejar un negro altar
de dolor, es negar la esencia humana,
la piedad que nos eleva y hermana.

Entonces comprendí, con lúcida certeza,
que algunos llegan cual faros en la noche,
para mostrar la delicada belleza
de un amor que construye, no reproche.
Y otros, cual duros crisoles de fuego intenso,
nos fuerzan a buscar la propia luz,
a levantar del polvo el ser inmenso,
a pronunciar con firmeza nuestro "tú".

Y en mi mente danzaba una palabra griega,
un eco ancestral, un umbral profundo:
Metanoia, la semilla que riega
un vuelco del sentir, del ser rotundo.
Meta, más allá del límite estrecho impuesto,
noia, la mente que se transmuta entera,
un viaje al alma, un despertar honesto,
una visión que el corazón venera.

Así, en sus ojos vi la lucha viva,
el anhelo de un renacer sereno,
la metanoia como luz fugitiva
guiándola a un quererse pleno, ajeno
al pasado que lacera y desfigura.
Que el engaño se esfume en la neblina oscura,
y que en el espejo, al fin con alma pura,
descubra la belleza que perdura.

JTA.