I
Hablan con lengua de incienso,
pero sus ojos no oran.
Sus manos reparten bendiciones
como quien lanza monedas a los mendigos del alma.
Su dios es el púlpito,
y su evangelio, el espejo.
II
Llevan trajes planchados con promesas,
caminan sobre alfombras de obediencia,
y cada frase es una puerta
que no lleva a ninguna casa.
El verbo que pronuncian no encarna:
flota, vacío,
como una hostia sin consagrar.
III
Han convertido los templos
en vitrinas de poder,
los altares en vitrales de ego,
y a Dios lo han metido
en una jaula de oro
con horario de visita.
IV
Se golpean el pecho
mientras cuentan billetes en silencio.
Sus oraciones no suben:
se quedan atrapadas en los techos de catedrales,
como palomas sin cielo.
La fe, para ellos,
es un traje de gala los domingos.
V
Predican el amor
con la boca llena de juicios.
Confunden redención con prestigio,
y la cruz,
la llevan de corbata.
No conocen al Cristo desnudo,
al que sangra en los márgenes.
VI
Pero llegará el día —como siempre—
en que el carpintero regrese
con látigo de luz
a limpiar las mesas del mercado.
Y entonces sabrán
que no se puede maquillar la verdad
ni vestir la mentira con sotana.
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 18 de abril de 2025 a las 09:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
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