Se me ha partido el pecho, apoderándose de mi día y noche
es una sombra, un espejismo como una luna que se pierde
en los infinitos del mar.
No hay que olvidar las voces entrañables que salen del alma
eternos ecos de sabiduría que tocan el ser.
Son las viejas madres llenas de paciencia, han sufrido el amor
se han rejuvenecido con el paso del tiempo.
Han caminado senderos con su fe, esperanza, esfuerzo y sacrificio
amando a sus hijos, sus nietos, llorando ausencias y partidas.
Envejecieron cargando todas las tristezas que trae la existencia cerrando sus ojos casi sin ver, pero el amor no se toca, se siente proclamándose como deuda sin reclamo respirado en la mas intima palpitación.
Ya no lloran los caminos Abuela, me estas abrazando y arrullando
en esta noche de distancia y en esta cercanía que deja la ternura
Madre de mi Madre quien me bendijo un día de los viejos tiempos.
EH
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Autor:
ENRIQUE HORNA (
Offline)
- Publicado: 15 de abril de 2025 a las 19:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, EmilianoDR
Comentarios1
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