MI ABUELA

ENRIQUE HORNA

Se me ha partido el pecho, apoderándose de mi día y noche

es una sombra, un espejismo como una luna que se pierde

en los infinitos del mar.

 

No hay que olvidar las voces entrañables que salen del alma

eternos ecos de sabiduría que tocan el ser.

Son las viejas madres llenas de paciencia, han sufrido el amor

se han rejuvenecido con el paso del tiempo.

 

Han caminado senderos con su fe, esperanza, esfuerzo y sacrificio

amando a sus hijos, sus nietos, llorando ausencias y partidas.

 

Envejecieron cargando todas las tristezas que trae la existencia cerrando sus ojos casi sin ver, pero el amor no se toca, se siente proclamándose como deuda sin reclamo respirado en la mas intima palpitación.

 

Ya no lloran los caminos Abuela, me estas abrazando y arrullando

en esta noche de distancia y en esta cercanía que deja la ternura

Madre de mi Madre quien me bendijo un día de los viejos tiempos.

 

 EH  

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