Ríos de seda

En el altar, la tela besó el suelo,
y el novio la miraba de reojo;
Ahora, él va acariciando su velo
que tiñe de pasión su traje rojo.
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La noche abre su manto como cielo
y en la habitación se gira el cerrojo.
Ella entrega su cuerpo con anhelo
y él la desviste, en un tierno despojo.
.
La luna, de mirona los depreda,
y muy indiscreta de insinuaciones
susurra: 'Espero que nadie se exceda'.
.
Entre sábanas de palpitaciones,
la piel se funde con ríos de seda,
y el beso... une aliento y dos corazones.

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