Son pocas las palabras que se dicen,
palabras que redundan en el pesar;
esas que suscriben un adagio y un
adiós insoslayable.
El rimel se montó sobre una lágrima
que correteó por su mejilla, emulando
cenizas de un fuego extinto.
Su presencia se esfumó.
Mi conciencia estalló en mil pedazos;
el delirio socavó mi alma
jugando con la muerte y la
resurrección.
Me remonté como un cometa para
buscarla.
La vi en la playa.
Lucía un vestido blanco;
su torso: gris azulado.
Caminaba descalza a paso de ave por la orilla,
imagino, arrojando sus últimos sueños
a la ingrávida espuma.
El viento recogió mágicamente su
cabello, alzó el vuelo,
y se perdió en el cielo como una gaviota.
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Autor:
Paulo Cristodero (
Offline)
- Publicado: 2 de abril de 2025 a las 05:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Javi77, Josué Gutiérrez Jaldin, an64, Rafael Escobar, ElidethAbreu, Pilar Luna, alicia perez hernandez
Comentarios1
Que envidia de vuestro uso de las palabras, insoslayable, redundaron son palabras que por si solas no son muy melodiosas pero encajan bien en el tono del poema, felciitaciones
¡Muchas gracias por tu comentario!
Saludos cordiales.
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