Nomeolvides, eterno amante

Lambdasan

Errando un caballero por el pasto,

vio un hada en la vereda del estanque,

quedó prendado y fue, con flores, casto, 

cortejándola el brillo de su arranque.

Al dejarle su ofrenda en el canasto,

cayó al agua el jinete en su desbanque.

Hundiéndose, gritó: "¡Nunca me olvides!",

y en llantos, brotó añil, la flor de cides.

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