HABLAMOS DE AQUEL ENTONCES
cuando la espesa vegetación permitía a la liebre huir,
correr dando saltos y esconderse, por unos segundos,
en lo que podríamos llamar los sótanos del bosque.
Pero es que el entorno rural ofrecía en aquel tiempo
mayores dimensiones y posibilidades:
improbables cruces de caminos, escarpados farallones
que asomaban a dúo y en perfecta simetría
y por entre los que pasaba una apretada comitiva vegetal
de aterciopelados pétalos y eficientes arbustos,
con altozanos, troneras, refugios variados,
anchas laderas con matojos,
en un conjunto que resultaba
muy variopinto en general.
Porque el bosque de los pinos, los robles, la maraña
y el sotobosque de romeros y de espartos
parecía cundir, crecer, extenderse,
transformarse lo mismo en la febril persecución
que durante la apacible holganza.
Y entonces la liebre podía hundirse y esconderse
en la espesura, como dentro de una caja acorazada,
el primitivo animal que daba saltos, que se tumbaba
sobre el bancal de arena que solía sostener ejemplares de olivos,
o de almendros o de pampanudas vides.
Y el frío, que entonces no era tan inocente,
sorprendía en las postrimerías del invierno,
y, con una capa de nieve renovada, amenazaba
con bloquear cualquier posibilidad de escapar.
Gaspar Jover Polo
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Autor:
gaspar jover polo (
Offline)
- Publicado: 15 de febrero de 2025 a las 08:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, ElidethAbreu, WandaAngel, Mauro Enrique Lopez Z., Ricardo Castillo.
Comentarios2
Gracias,encantador poema Gaspar.
Abrazo
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