No puedo olvidar

surcando los momentos

 
No puedo olvidar el eco de tu risa,
ni el calor de tus manos al rozar mi piel.
Eras la luz que llenaba cada prisa,
el refugio cálido de mi amanecer.
 
Te llevaste contigo el murmullo del viento,
la calma en mis noches, la paz en mi ser.
 
Ahora el cielo guarda tu aliento,
y yo aquí, perdida, sin saber qué hacer.
Camino los días con tu nombre en mis labios,
repito tus gestos, busco tu voz.
 
Te imagino en las estrellas, en los astros sabios,
preguntándome si aún siento tu adiós.
 
¿Dónde estás ahora? ¿Qué ven tus ojos?
¿Hay campos eternos o mares en calma?
Aquí solo quedan los días borrosos,
y un vacío profundo que me roba el alma.
 
No puedo olvidar tus promesas susurradas,
ni el peso sagrado de tu abrazo fiel.
 
Aún siento tus palabras, dulces, encantadas,
como un susurro eterno que vive en mi piel.
 
El tiempo, dicen, será mi alivio,
pero no entiende el dolor tan cruel.
 
¿Cómo olvidar lo que fue nuestro inicio,
cuando eras mi todo, mi único bien?
Ahora, miro al cielo, buscando señales,
esperando que envíes un guiño fugaz.
 
Quizás en un sueño cruce los umbrales,
y pueda abrazarte, aunque sea fugaz.
 
No puedo olvidar, y tal vez no deba,
porque en mi memoria habitas tú.
 
Eres la brisa, el sol que se eleva,
la fuerza que guía mi rumbo aún.
 
Y aunque tu ausencia sea una herida abierta,
te llevo conmigo, dondequiera que voy.
 
Eres  el faro que mi alma despierta,
mi eterno recuerdo, mi único "soy"
 
 
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