Escala de grises

Ricardo Castillo.

Como un clavadista
cayendo desde lo alto
de un trampolín
hasta las más profundas
raíces de los árboles.

RC

Entregado a tareas superfluas,
al desasosiego,
busco una cuota de fealdad
en la belleza.

Esculpo conceptos ambiguos
y los mezclo
entre mis huesos
para darles nueva forma,
una sola y única forma.

Un discernimiento lógico,
pero efímero,
que presagia el sujeto que soy:

 desecho respuestas,
 erijo preguntas.

Ocupo lugar y tiempo,
sin voluntad;
algunas veces colmado de quietud,
y otras, atestado de jolgorio,
de bullicio y multitudes.

Ana María,
asomada a la ventana, viendo el mar,
ya envuelve su silueta
en suspiros de sal,
mientras el mundo se fragmenta
como un vitral entre la luz,
reflejando mi inevitable cadencia.

Sumido a ratos
en la nostalgia oculta del monocromo
(Dead Man, de Jim Jarmusch);
y otras veces atrapado en el exterior
por una escala de grises reiterativa:

 comida abandonada,
 papeles arrugados,
 harapos desgastados,
 vidrios rotos,
 colillas mojadas,
 y un caballo enjuto como yesca
 comiendo de la basura.

La indiferencia
camina de prisa hacia el ocaso,
rumiando un futuro pasado,
mientras mis pasos enmudecen
entre las sombras.

El mismo destino…
ineludible,
sinsentido,

 voluntad que se disipa,
 acción que se repite,
 palabra que se olvida,

sueño que desvanece.

 

Ricardo Castillo

De: Vox Clamantis, 2024.
Ediquid (Colección Nuevas Voces). Grupo Ígneo.

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