Del poema que mis manos te dieron, personifico yo la pluma, la tinta eres tú, el papel un testigo y el arqueo de mi muñeca simbolizó el acto sexual que suscribimos como un contrato.
El eco de tu voz nació de mi mente que retumbaba la habitación silenciosa, apagaste la luz de la habitación, estaba la oscuridad en condición non plus ultra, oscuridad en un apogeo infinito, a pesar de ello, no se apagó nunca la luz de tus ojos que tanto amo, por eso pude ver forma genuina de tu alma.
Olía la esencia de su alma, olía también su respiración, pude amasar el molde de harina de trigo para hornear pan con mi calor, fui esclavo de su abrazo y ya una parte de mí vivía en ella.
Nuestros corazones en asimetría eran dos tambores de guerra, guerra que nos mató la paz esa noche, la guerra perduró hasta que el Perú besaba la frente de la mañana. Ya son las seis ante meridiem y necesitamos otra vez del pan.
- Autor: Eros Corzo Camacho ( Offline)
- Publicado: 30 de septiembre de 2024 a las 21:02
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 23
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Augusto Fleid, Mauro Enrique Lopez Z., Sergio Alejandro Cortéz
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