La azuleja que voló lejos (Cuento)

Alejandro José Diaz Valero

 

El azulejo común (en ingles: blue and grey tanager) es una especie de ave muy común en América. La hembra del azulejo (la azuleja) fue quién me regaló los motivos inspiradores para escribir este cuento…Un cuento más que escribo, uno menos que pienso.

 

Todo ocurrió en un bosque poblado por árboles gigantescos, árboles extremadamente enramados, por lo que infinidad de aves usaban sus ramajes para anidar en ellos. Los árboles eran muy delicados, si así se le puede decir, y sólo aceptaban que las aves construyeran nidos y depositaran sus huevos hasta un máximo de cuatro.

 

Si un nido contenía más de cuatro huevos, entonces, se negaban a darle albergue al ave en cuestión y lo obligaban  a que anidaran en el suelo, pues según ellos, el sobrepeso era un factor importante para que sus ramas se quebraran.

 

La pájara azuleja ese mes de mayo quiso ser madre prolífica porque quería pintar el bosque con el azul índigo de su plumaje junto a la bandada de sus incontables pichones. Su nido contenía muchos huevos, incontables podría decirse. Ya su nido nos resistía más, era urgente reforzar su estructura con ramitas secas,  y las ramas del árbol donde había anidado, cada día se iba doblegando que se temía que de un momento a otros se quebrara.

 

Así que el momento esperado llegó:

 

-Hola amiga, ¿porque tantos huevos?, le preguntó el árbol a la azuleja

 

-Es que quiero pintar de azul el paisaje, contestó la pequeña ave

 

-Pero tú sabes que en este bosque tenemos normas, atinentes a la construcción de nidos y a la cantidad de huevos depositados en ellos.

 

-Bueno pero que puedo hacer, ya los huevos están en el nido, volvió a contesta la azuleja.

 

-Selecciona  los cuatro huevos con los que te vas a quedar, y echa el resto fuera del nido, si es que quieres anidar aquí.

 

No hubo respuesta. La pájara guardó silencio, y valiente como una madre cuando le piden que escoja entre algunos de sus hijos, no hizo elección alguna.  Tomó sus huevos los colocó en el suelo, ocultos entre la maleza,  hasta que llegara el momento de la eclosión. Todo lo hizo ella sola, porque el pájaro azulejo muy apegado a las normas del bosque se negó a acompañarla en su ambicioso proyecto.

 

Al nacer los pichones y tan pronto como aprendieron a volar el bosque se pintó de un azul índigo repentinamente y luego desapareció; todo volvió a la normalidad. Todos los animales fueron testigos de la migración de la pájara azuleja con todos sus pichones, quienes saliendo en rápido vuelo a buscar un nuevo bosque en el cual anidar y pasar el resto de sus vidas como seres libres.

 

Dicen que sus azules plumajes se perdieron en el ancho cielo y que nunca más volvió a saberse de su existencia; sólo un poeta en una noche de luna pudo descubrir el misterio y lo dejó plasmado en sus versos que escribió y dejo regados por el mundo entero:

 

Luna que azul te reflejas

rodeada de constelaciones,

se que tú eres la “Azuleja”

y son los luceros, tus tiernos pichones.

 

“Azuleja” que levantaste vuelo

y dejaste abandonado el  nido,

Sé que anidaste en el cielo

donde nada te es prohibido.

 

Te veo volar de vez en cuando

en frías noches lunadas,

no temas, sigue volando

no sientas temor a nada.

 

Luna que escuchas las quejas

de tantos poetas enamorados

tú eres la radiante  “Azuleja”

que allá en el cielo ha anidado.

***

  • Autor: Alejandro José Diaz Valero (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de octubre de 2010 a las 23:49
  • Comentario del autor sobre el poema: Un cuento más, una nueva manera de imaginar y transformar esos pensamientos en palabra escrita, para que la ingeuidad salga de mi casa a revolotear por lejanos confines. He alli la magia del cuento.
  • Categoría: Infantil
  • Lecturas: 316
  • Usuario favorito de este poema: Josy06.
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Comentarios4

  • nellycastell

    Mi querido Alejandro muy buen cuento reinicia tu dia poetico para nosotros que te hemos extrañado, la historia de la azuleja, y el poema está bien sentido, me gustó como siempre amigo, un abrazo y sabes que siempre se te quiere.

    • Alejandro José Diaz Valero

      Un abrazo amiga, y con él todo mi cariño, admiración y fraterno lazo de amistad, siempre agradecido por darme quizás más de lo que siempre esperé de mis lectores.

      Infinitas Gracias , yo también los extrañé!!!

    • Josy06

      Un cuento hermoso , que he tenido el placer de leer!!!!

      • Alejandro José Diaz Valero

        Hola Josy, que gusto saber que disfrutas del trabajo cuentístico que he venido desplegando. Gracias amiga.

      • Diluz

        Muy tiernos, el cuento y la poesía.
        Lleva su tiempo leerlo pero vale la pena.
        Cariños
        Diluz

        • Alejandro José Diaz Valero

          Si tienes razón, aunque son cuentos infantiles a veces me extiendo un poco para dar más elementos al lector que le permitan compenetrarse con la historia. En lo sucesivo haré cuentos más breves, brevísimos diría yo, con ánimos de ganar tiempo y facilitar la lectura sin mucha inversión de tiempo. Gracias Diluz por la idea que indiretamente me has dado y gracias tambien por esa manera tan espóntanea de sumarte a mi causa.

          Un abrazo mi gran amiga!!

        • Lissi

          me deja una gran lección tu maravilloso cuento...reflexiono, reflexiono y reflexiono, cuánta verdad encierran tus palabras, cuándo se quiere algo se debe luchar por ello, el límite está en nosotros mismos. Sabes, estos últimos cuentos y poemas tuyos quedarán perfectos en un proyecto de círculos de lectura que quiero lanzar el próximo año con estudiantes de la escuela, allá en el pueblo de mi infancia.
          Un gran placer volver a leerte.
          Saludos

          • Alejandro José Diaz Valero

            Grata noticia me has dado estimada Lissi, que mejor regalo me puedes dar en divulgar este y otros trabajos infantiles de distintos autores en esa población de educación primaria para inculcar el valor que el cuento infantil tiene en nuestra sociedad. Poco a poco vamos sumando esfuerzos para lograr nuestro bello cometido.
            Un abrazo para ti y mi eterna gratitud.



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