Cabía el saber del mundo
en ese cuerpo tan pequeño.
—Arcángel.
Quijote a la deriva,
iluso sin rumbo,
soñador sin sueño,
navegante sin navío,
escafandra sin buzo.
Eso, rumbo sin bitácora,
grafito sin lápiz, espuma
sin baño, frasco sin cristal.
Tú eres igual, no lo reconoces,
mar sin playa, viento sin aire,
huevo sin clara, caldo sin sustancia.
Ella es así, ayer, antier, anteantier,
la luz invadio sus ojos
hasta la ceguera, tanto prestigio,
tanto sol en un horizonte ilusorio,
color fucsia y terciopelo, una vida
de espinas en un camino de rosas,
una alfombra roja en un teatro,
un foco alumbrando una quimera,
unos flashes para un periódico,
una fama, un dinero de celofán.
Cuando la notoriedad calla
se duerme en su cama,
cuando el ruido cesa nace el misterio,
sale y se manifiesta, sutil, etéreo,
y quiere escaparse de ser percibido,
huye de las cámaras, de los manuales,
de los diccionarios y enciclopedias,
y librándose de ser definido sonríe.
Quijote a la deriva, que pugna
por comprender y cuando lo hace
es tarde, el pueblo se ve ya cerca
y el camino escasea, pronta la meta
y vano el fruto de tanto esfuerzo,
inútil, como los zapatos a un muerto.
Cuando logra aprender no le sirve,
ya es tarde y no le da tiempo a gozar
de esa ambrosía, conocimiento,
y el mundo, en definitiva, se declara
mal diseñado, mal hecho, y tú y yo
y ella un fracaso, un desaliento.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de mayo de 2024 a las 11:39
- Comentario del autor sobre el poema: Cuando el ego se impone a la esencia.
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, María C., Francisco Javier G. Aguado 😉
Comentarios1
Muy profundo versar amigo.
Un abrazo
Otro María.
Merci
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