Quijote

Alberto Escobar

 

Cabía el saber del mundo 
en ese cuerpo tan pequeño. 

—Arcángel.

 

 

Quijote a la deriva,
iluso sin rumbo,
soñador sin sueño, 
navegante sin navío, 
escafandra sin buzo. 
Eso, rumbo sin bitácora,
grafito sin lápiz, espuma 
sin baño, frasco sin cristal.
Tú eres igual, no lo reconoces,
mar sin playa, viento sin aire,
huevo sin clara, caldo sin sustancia. 
Ella es así, ayer, antier, anteantier,
la luz invadio sus ojos 
hasta la ceguera, tanto prestigio, 
tanto sol en un horizonte ilusorio,
color fucsia y terciopelo, una vida 
de espinas en un camino de rosas,
una alfombra roja en un teatro,
un foco alumbrando una quimera,
unos flashes para un periódico,
una fama, un dinero de celofán. 
Cuando la notoriedad calla
se duerme en su cama,
cuando el ruido cesa nace el misterio,
sale y se manifiesta, sutil, etéreo,
y quiere escaparse de ser percibido,
huye de las cámaras, de los manuales,
de los diccionarios y enciclopedias,
y librándose de ser definido sonríe. 
Quijote a la deriva, que pugna
por comprender y cuando lo hace
es tarde, el pueblo se ve ya cerca
y el camino escasea, pronta la meta
y vano el fruto de tanto esfuerzo,
inútil, como los zapatos a un muerto. 
Cuando logra aprender no le sirve,
ya es tarde y no le da tiempo a gozar
de esa ambrosía, conocimiento,
y el mundo, en definitiva, se declara
mal diseñado, mal hecho, y tú y yo
y ella un fracaso, un desaliento. 

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • María C.

    Muy profundo versar amigo.
    Un abrazo



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.