RENACIMIENTO

Mi mente se desliza al Renacimiento, época de luz y arte,

Linda época aquella donde la pluma danza y el alma parte,

Hoy sin duda, Enojado con Dios, mi corazón pesa,

Ante su indiferencia, mi ser confiesa.

 

En los altares dorados, mi ira crece,

Entre las sombras divinas, mi alma padece.

¿Por qué, oh Creador, en tu trono callado,

Dejas que el sufrimiento sea mi legado?

 

En la cúspide del cielo, en su trono de oro,

¿Acaso no ves mi dolor, mi llanto en coro?

Con tus oídos sordos, miras desde lo alto,

Mientras yo, en la oscuridad, busco tu asalto.

 

¿Es esta tu divina justicia, oh Señor supremo?

¿Dejas a tus hijos en este mundo extremo?

Con tus manos divinas, ¿no puedes aliviar,

El peso de la angustia que me hace desvariar?

 

En esta era, donde el humano se jacta, de esplendor y reflexión,

Mirando la insensible sociedad, me pregunto si eres realidad o ilusión.

Enojado con Dios, clamo en la noche,

Por un signo, una palabra, un brote de tu derroche.

 

Pero en el silencio eterno, solo escucho el eco,

De mis ruegos perdidos en el vasto hueco.

Oh Dios, ¿dónde estás en mi hora de necesidad,

Cuando tu indiferencia me lleva a la oscuridad?

 

En mi renacimiento de dudas y temores,

Persisto en mi búsqueda, entre penas y ardores.

Que tu indiferencia, oh Dios, no me haga caer,

Que encuentre en mi enojo, la fuerza para renacer.