EL VIAJE

Ángel Alberto Cuesta Martín

EL VIAJE

 

Anda la vida. Rodando las ruedas.

De los cuatro puntos marcan distancias.

Tierra en la mano, sombra en las huellas,

la libertad se derrama en pacífica fragancia,

y se vuelve en el alma identidad de belleza.

 

El alma persiste disímiles horizontes.

El paisaje perdura en  prolongadas retinas.

Ruedan las ruedas, praderas y montes.

Campos y sueños, donde el grano se hace espiga,

y el cielo se enciende de suaves rubores.

 

Caminos y regatos sosiegan el alma,

el genio cantarín regocija en impulsos.

Entre la niebla que alborea su infinita calma,

cual abeja voy libando el néctar del mundo.

La nostalgia es pan y vida, el olvido, nada.

 

Pasa y pasa, arrastrando viejos silbos.

Pasa y repasa ciñendo el alma a su partida.

Reconozco el paisaje, notas del recuerdo mismo

cruzando por el valle de la melancolía.

Pasa y pasa, arrastrando viejos silbos.

 

Anda la vida. Rodando los caminos.

Te diré, viajero, que el alma se reparte

devorando paisajes de anís y tomillo.

Amigo, el alma se queda cuando parte,

mas también te diré, que la llevo conmigo.

 

Ángel Alberto Cuesta Martín

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