Brisa Ecuatorial

Juan David Barón Bernal

Muchas cosas ocurren una sola vez en la vida, otras, una vez cada vida, la ciudad de la furia me traía recuerdos de aquella brisa ecuatorial que refrescaba mi alma en medio de la gran humedad, que lento respirar, una hermosa sonrisa embriagaba mis pupilas y hacía que una simple noche tuviera todo el sentido del mundo, sentía como si un piano tocara cada fibra de mi piel en una sola melodía. El ambiente era algo vintage, quizá aquella música se asemejaba a un jazz de los años 20, en un momento, mientras todo se movía alrededor, estabas ahí, ya no podía dejar de contemplar aquella figura perfecta, en medio de gente imperfecta y superficial, el tiempo por primera vez se detuvo de repente ante una ciudad que nunca se cansa de brillar.

 

Eras mi foco de atención, que difícil entender las miradas que hablan mil cosas mientras unos labios cierran ante miles de voces que quieren hacerse escuchar a nuestro al rededor, al final, me sentía como aquella canción de Fito, en solo una noche parecíamos dos frente a frente en una ciudad convulsionada, el inicio traía una premisa inevitable, en tan solo unas semanas se acabaría nuestro cuarto de hora y aquella historia que nunca llego me obligaba a crear una en la que tú si estabas, quizá en otra vida, en otro tiempo, o en otro espacio, pero de alguna manera buscaba la forma de imaginarme navegando en el tiempo contigo.

 

Todo pasa muy rápidamente, el sur me ayudo a encontrarte en montañas que no había recorrido y lagos nunca antes vistos para mí, en la claridad del agua recordaba tus pasos como aquellas tamboras que llaman al inicio de una ceremonia ancestral, eras como medicina para mi alma, quizá es difícil expresar tantas cosas en momentos tan cortos y efímeros, eres como aquel rompecabezas difícil de descifrar al comienzo, pero que luego al darte cuenta, tuviste siempre la llave en tu bolsillo, qué ironía, como todo inicio puede llevar a finales ya anunciados, quizá no era en esta vida, pero fuiste mi vida en otra, y tan solo me queda en esta noche respirar el recuerdo de aquella maravilla que fuiste, una brisa ecuatorial.

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