11 de Marzo del 2004

Mercedes Bou Ibáñez



 

Profecía

Desde la mañana tranquila,
el fin llegará
cuando del caballo que baila
el número de círculos sea nueve.

Nostradamus

Los perros rodean a la Aurora 
que huye con su disfraz de luna nueva,
le robaron el saco de los sueños
esparciéndolos sobre las arenas.

El Ocaso salió en veloz galope
buscando en el azul, la nueva Aurora.
La Bestia, de falso Dios disfrazada,
sigue matando desvalidos sueños
en gélidas, desérticas arenas.

Suenan lejos las trompetas de guerra,
pero oriente está, cada vez mas cerca.

Los Cuatro Jinetes cabalgan ya,
alimentaron muy bien a las bestias.

La Muerte saca brillo a la guadaña,
el Fuego arde, alimentando la llama,
el Hambre cruel, se frota ya las manos.

Aunque en este momento
solo se ve temblar a las palmeras...
algo en el viento dice; No sonrían
que solo es de momento.

Se ha perdido en el viento la Ilusión
escondida en el mar del Desvarío,
ya no quedan compradores de sueños.

Detrás de una palmera el Odio acecha.

Mercedes Bou Ibáñez

Articulo sobre el 11 de Marzo del 2004, de:

Juan Manuel Jimenez Muñoz

 
EL 11-M.
He decepcionado a algunos lectores por no haber publicado un artículo para conmemorar el vigésimo aniversario de la masacre terrorista del 11M. Una lectora, incluso, afirma que no lo he escrito para no hablar mal del PP, como si la mierda política de España fuese el asunto importante en el asesinato masivo de personas.
En fin. Para no defraudar, hablaré de mis recuerdos personales. Aunque, mucho me temo, Facebook me castigará varios meses por mencionar sin malicia muchísimas palabras prohibidas. Pero bueno, queríais mi opinión... y la vais a tener. Mientras dure el artículo en el muro, claro está.
Lo primero que recuerdo del 11M son las víctimas tiradas en el suelo, reventadas, hechas trizas, con sus teléfonos móviles sonando inútilmente, ya sin nadie que pudiese responder a esas llamadas; víctimas inocentes del fanatismo yihadista, del mismo fanatismo de los ayatolás iraníes, de Al-Qaeda, de Hamás, hijoputas que no pararán hasta vernos rezar cinco veces al día de cara a La Meca. Y a ser posible con burka y chilaba.
Lo siguiente que recuerdo son los héroes españoles: taxistas que llevaban pasajeros sin cobrar un euro, coches particulares trasportando heridos, enfermeras y médicos desbordados, largas colas de ciudadanos para donar su sangre, bomberos exhaustos, auxiliares de enfermería y celadores haciendo triajes médicos, forenses, policías, guardias civiles, jueces, fiscales, funerarios. Todos héroes.
Lo siguiente que recuerdo son las risas. Sí, sí. Las risas. Las risas de las ratas. Las risas de muchísimos que salieron a las calles de sus respectivos países para mostrar su alegría, su gozo en Gaza. Salieron en Gaza, sí. Yo los vi en televisión. Salieron en Gaza, en Yemen, en Irán, en Mali, en Irak, en Senegal, en Líbano, en Pakistán, en Afganistán, en Indonesia. Salieron millones en todos esos países que tanto gustan a nuestra izquierda caviar, la de la bufanda palestina, y salieron para demostrar al mundo que su religión es religión de paz, de amor, de alianza de civilizaciones.
Lo siguiente que recuerdo es a Israel condenando el atentado. Y no recuerdo que enviase a su primer ministro a tocarnos las pelotas en mitad de una catástrofe.
Lo siguiente que recuerdo es a Ibarretxe, a la cadena SER, a La Sexta y a El País diciendo que los autores del atentado pertenecían a la banda terrorista ETA. Y recuerdo a un descompuesto José Luis Rodríguez Zapatero, entrevistado en La Sexta por Ferreras, pedir compungidamente a los ciudadanos que no se dejasen influir en las inmediatas elecciones generales por aquel tremendo desastre que él (sí, sí, él), como casi todos los españoles, también achacaba a ETA en los primeros momentos.
Lo siguiente que recuerdo es una desquiciada y mentirosa cuadrilla de ministros del Partido Popular, con Acebes y Aznar a la cabeza, que, ya a sabiendas de que ETA no había sido, ya a sabiendas de que todo apuntaba al yihadismo, nos manipuló y engañó cuanto pudo para no verse perjudicada en las inmediatas elecciones. Que Dios los perdone a todos. Yo no puedo.
Lo siguiente que recuerdo es a un partido socialista (seguro perdedor de las elecciones en todas las encuestas publicadas) queriendo sacar tajada de la masacre; a ese mismo partido socialista que, horas antes, cuando ETA era la principal sospechosa, pedía plañideramente a los españoles que no se dejasen influir por la matanza. Y recuerdo las calles tomadas, los teléfonos móviles echando chispas, la sectaria prensa española haciendo campaña para unos y para otros, las víctimas en segundo plano, Rubalcaba en televisión, las sedes del PP cercadas, sus dirigentes agredidos. Y recuerdo la jornada de reflexión violada por un partido político –el socialista– que quiso llegar al Gobierno (y lo consiguió) sobre los cadáveres aun calientes de la estación de Atocha. Que Dios los perdone a todos. Digo a los socialistas. No a los cadáveres. Yo no puedo.
Y lo siguiente que recuerdo es la explicación simplista, temeraria y suicida, de que el Islam radical nos había castigado por participar en la guerra de Irak, como si el yihadismo necesitase excusas para zumbar donde puede y a quien puede, como si aceptásemos cobardemente que nos lo teníamos merecido, que “algo habíamos hecho”, como la mujer agredida por su marido “porque algo había hecho”, como la mujer violada porque “iba provocando”; como si el yihadismo no ametrallase revistas satíricas francesas, discotecas francesas, hoteles de lujo o ramblas barcelonesas; como si el yihadismo no derribase rascacielos en Nueva York, degollara cristianos coptos en Egipto o secuestrase niñas en Nigeria; como si el yihadismo gazatí no decapitase bebés en sus cunas, bebes israelíes. Los de la religión del amor. Los de la religión de la paz. Los de la religión que tanto gusta a Podemos, a Sumar, a la CUP y a otras miserias, gentecilla que abomina del catolicismo y del judaísmo pero que nunca olvida felicitar el Ramadán.
Y eso, querido lector, es cuanto recuerdo del nefasto 11M de 2004, del mayor atentado terrorista en la historia de Europa, del año en que España se partió (¡otra vez!) en dos mitades irreconciliables.
Pero no me hagas mucho caso, querido amigo. La memoria es frágil, y puede que me equivoque.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico y escritor malagueño.
 
 
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Comentarios2

  • Rafael Escobar

    Un magnífico artículo donde relejas la dura y cruenta realidad del fanatismo, que es el germen principal de tantas guerras, siendo sus máximos exponentes los grupos musulmanes como los HAMAS. Mis sinceras felicitaciones por esa posición clara y vehemente contra el terrorismo internacional, Felicitaciones.

  • Mario Rodolfo Poblete Brezzo

    Tengo el vago recuerdo de una toma dantesca de un camarógrafo minutos después del atentado. Si es el que recuerdo haber visto tantos cadáveres y partes, en vagones de tren con pasajeros que explotaron por cargas de explosivos cuyo fin era una advertencia para toda la humanidad que no se interesa en el Islam.

    Son terroristas y fanáticos muy peligrosos.

    Sus líderes son sin duda, los dementes mas influyentes y poderosos, artífices de la violencia masiva con víctimas muertas y heridas, como método de intimidación a otras culturas y religiones.

    La izquierda ni me merece mención.
    La iglesia y los políticos hacen de las víctimas su negocio.

    Excelente publicación, Maestra.

    Felicitaciones y un abrazo.
    Mario.



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