Un cielo lunar y un atardecer

Eliseo J Benitez

Era mediodía y el sol iluminaba como en el verano, recuerdo estar afuera de mi casa y la costumbre de amar las estrellas y los satélites, me hacía mirar el cielo. En ese momento pude contemplar muchas lunas desde el este hacia el oeste, eran diferentes en gran tamaño. Miro hacia adentro y estaba mi madre mirando las noticias y se escuchaba la voz de una periodista angustiada y asombrada por el acontecimiento. Entro y le digo: -porque no salís a verlo con tus propios ojos?. Tal vez el asombro lograba que no entendiéramos que estaba sucediendo. Corrimos de prisa lejos del mar -a una distancia considerable- y cada vez que nos alejábamos el suelo iba ascendiendo como si fuera una colina muy alta. Pero antes de ir tan de prisa sin entender porque nos alejábamos, volví para ver cuál había sido la suerte de aquellos que se quedaron en la ciudad y cuando miré quedé espantado. Los enormes edificios y la hermosa ciudad era un espectáculo aterrorizante ante mis ojos. Tan pronto cuando me acerqué, se levantaron olas de un lado y de otro más grandes que aquellas construcciones, -tal vez fué una mala decisión venir a ver- pero, tan pronto cuando las olas arrasaban todo a su paso ya era demasiado tarde para volver; me pregunté: -Y ahora? No da la casualidad de que miré algo pesado que por mucho tiempo ha sido de ayuda para grandes bestias del mar: un bolardo -donde se atan a los barcos- y me sostuve con mucha fuerza y una ola por la izquierda me hizo sumergirme por dentro de ella, luego bajaba y venía otra por la derecha, debía aguantar mucho la respiración. Luego de que pudo bajar una vez más, corri hacia la colina con todas mis fuerzas; en el camino podía ver una fuente con peces de muchos colores y mi hermano apareció con ansias de pescarlos, pero le advertí que no había tiempo. Subíamos un poco mas y logré ver la casa de la tía de mi madre -nose porque me dio la impresión de que algo sucedía, tal vez un poco de tristeza o nostalgia. Luego recuerdo estar solo al final del camino, la cuestión era subir por que el agua se aproximaba. Al final del trayecto, pude encontrarme con una vista hermosa, yo diría ideal -pero sería muy egoísta saber que el mundo era solo mío -, veía el sol caer en un mar completo, como si el único pedacito de tierra que veía el cielo, eran donde estaban mis pies: como si lo hubiese logrado, al fin y al cabo terminé quedándome solo. Pero el agua había cometido su trabajo y el sol descendía con paz, con calidez y el agua parecía acompañar su melodía.

  • Autor: Eliseo J Benitez (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de marzo de 2024 a las 00:03
  • Categoría: Fantástico
  • Lecturas: 5
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