Una flor en la guitarra

José Ángel Pineda

Siento que me hace falta alguna flor,

perdida en un inmenso laberinto,

aunque pueda salir del laberinto,

difícil coincidir con una flor.

 

Encontrar la caricia de un perfume

sediento de un candor de fina fama

como el sonido y eco, de una fama

que se va transformando en un perfume.

 

Escuchar por momentos la mirada

de alguna mano que me abraza, siempre

la vista de los dedos que están siempre

mirando, siempre, siempre la mirada.

 

Y cuando se aparece algún camino

Y cuando se resalta una emoción,

se busca un palpitar de la emoción,

seguramente vive en un camino.

 

Ver pasar lo que pasa, es amoroso,

como ríos, en luvias de los mares,

como fuente de montañas y mares

como un cantar de lo más amoroso.

 

De vez en cuando se alza una sonrisa

como pronosticando sentimientos

que concurren en otros sentimientos

de las mismas pasiones, la sonrisa.

 

Canta la voz de la piel de los cuerpos

líricos, silencio en lo más profundo,

Y que solo pensar en lo profundo,

estremecen las almas y los cuerpos,

 

los que danzan al son de la guitarra,

que es donde se desnudan los amores,

los que viven y matan, son amores

en el rincón perfecto, la guitarra.                             

 

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