El amor

El amor eran las manos de mi abuela, esas manos que podrían decirte mil historias con tan solo mirarlas.
El amor era ella cada mañana preparándonos nuestro te con leche, era ella que al mirarnos se le hacia una mueca del lado derecho de su cara.
El amor eran sus agujas e hilos en su cuarto de coser, eran sus cantos en las mañanas y sus tardes de lectura.
El amor eran los domingos de pastas y los 29 de ñoquis, el amor era esperarnos los días de lluvia con torta fritas.
Cuando había silencios difíciles de transformar en palabras la mirabas y ella y entendías que no hacia falta decir nada.
Su paciencia, su bondad y su libertad. Entendías que podías llegar a liberar el alma a su lado y así invitar a los demás.
Sus historias que con los años las repetía cada vez mas pero no importaba porque era su tiempo vivido y que más importante que esas historias que parecían contarte cada una de sus arrugas.
La caja de botones que cuando la abría te contaba quien se los había regalado, cuanto amor se puede dar si nos ponemos a buscar lentamente, las cosas simples para alargar el tiempo y que nos cuenten una historia.
Sus recetas, la pregunta de cada uno los que tuvimos el placer de conocerla. ¿Abuela cual es la receta? Hacerlo con amor decía, siempre una pizca de amor para alegrar algún que otro corazón.