Camino esta noche, solo,
cincelando en el silencio
fragmentos de recuerdos rotos;
camino, como ayer, perdido,
inventando maniquíes
que se esfuman cuando los toco.
Camino entre una multitud
de fantasmas de piedra,
espectros esquivos
que aúllan en las sombras,
clamando, con gritos mudos,
por un alma que no existe.
Cierro ventanas grises,
abro mis palmas vacías
y escribo en ellas versos
que se desvanecen,
como gotas frías
en los ojos de nadie.
Anduve esta noche, solo,
y la luna, desde lejos,
me miraba con ceño fruncido.
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