CARTA 14

RENNY LOYO

Tengo miedo, ando sobresaltado.

Hace días que ya no la veo,

aunque he evadido verla también,

me han asaltado unas dudas de mi proceder,

sin embargo, siempre miro a la calle de su casa,

y en el porche ya no se encuentra como antes.

Mis dudas son razonables, quizás sea mi edad,

su juventud me perturba, me asombran sus pensamientos,

su jovialidad me convierte en un pecador.

Aunque no tengo arrepentimiento,

mi corazón se ha prendado de usted, sin que lo autorice, quizás recapacite.

Ahí si moriré, aunque mi muerte sea por su felicidad,

no moriré, por supuesto,

su memoria permanecerá en mí.

Primero su felicidad chiquilla mía,

quizás no sea yo el afortunado,

es mejor alejar ese disgusto de nuestras vidas,

vuelva usted a conversar con sus amıgos,

olvídese de estos paseos, la gente ya no me mira igual,

y de usted no quiero que murmuren,

es tan joven para andar de boca en boca y todo, por mi empecinamiento.

A lo mejor, es pronto, pero si espero, mi edad aumenta,

¿Seré viejo para amar?

Pero usted es feliz con mi compañía,

quizás solo sea eso,

un estado emocional,

le escribo todos los días,

usted lee mis pensamientos y sabe lo que deseo,

pero el valor no me sobra para decírselo,

el silencio abunda en mí,

pero mis manos temblorosas y mi tartamudez

aumenta cuando estoy a su lado,

no persigo perturbarle en lo más mínimo.

 

 

 

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