MEMORIA PLUVIAL

Lourdes Aguilar


AVISO DE AUSENCIA DE Lourdes Aguilar
En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía

Es pequeña, menuda, su cabello blanqueado por el tiempo, los trabajos y pesares; ha salido temprano como siiempre, con su cubeta de tamales de chaya y x-pelón que ella ha preparado en la madrugada y constituyen su única entrada desde hace años, pero hoy fue día de lluvia y regresa con la cubeta casi llena, "ni modo, tal vez entre los vecinos..." en esos pensamientos estaba cuando una frontier pasó a su lado, levantado  una cortina de agua en la acera inundada, empapando lo que su plástico no alcanzó a cubrir, por si fuera poco una ráfaga lo levantó, calando de frío sus huesos, tosió varias veces, "mala señal" pensó, la última vez estuvo postrada una semana completa, con calentura, recordando qué diferente eran las lluvias en su pueblo, era niña y, como los demás, corría a empaparse apenas caían las primeras gotas, nadie los reprendía, podían correr por la calle, perseguirse y enlodarse, total, solo bastaba un alero para enjuagarse con el chorro que caía; en cambio aquí... cierto que no era ya joven, pero la ciudad se mostró hostil con ella desde el inicio, cuando llegó a los veinte años para trabajar de sirvienta y aprender algún oficio; la gente era desconfiada y abusiva y la lluvia.... niños y adultos se tapaban de la cabeza a los pies o buscaba refugio con rostros de contrariedad e impaciencia, ella andaba entre los charcos pero el agua era diferente y opaca, la veía escurrise por las alcantarillas, como si huyera de algo, tal vez de los carros o la gente,

 Otra tos la interrumpió, ya no aguantaría mucho, mejor así, eran años de cansancio, habían perdido la casa del pueblo, alguna compañía llegó  obligándolos a vender por una suma irrisoria para construir una fábrica y toda su familia se dispersó, un hijo sin padre se alejó a buscar fortuna y no se volvió a comunicar, la pequeña casa que logró construir estaba deteriorada por los años y tampoco duraría, "mis gallinas, mi gatito, mis arbolitos" pensó con tristeza mientras observaba el cielo aún nublado.

"Padre nuestro, ¿estás en el cielo?... Hasta aquí parecía diferente, distante, como si también se hubiera quedado en el pueblo, en la iglesia que guiaba en padre Hilario, él si parecía pastor, él jugaba con los niños, visitaba a los enfermos a cualquier hora y en cualquier clima, regañaba a los viciosos, él siempre organizaba posadas y viacrucis e involucraba a todo el pueblo, él enseñaba a orar y si algún chistoso intentaba hacerle burla era capaz de detectarlo y darle un coscorrón aunque no hablara, aunque él estuviera de espaldas, él siempre decía que una oración podía durar unos minutos o todo el día, que el tiempo no importaba sino la sinceridad y la intensidad del corazón ¿por qué los demás no? después de él ya ninguno se entregó ni enseñó de esa manera..."

 Había llegado a su casa, la reja oxidada rechinó al abrirse, quitó el candado que aseguraba la puerta con una cadena (hacía tiempo que tuvieron que quitarle la cerradura dejando el hueco, la pequeña pieza se sentía fría y húmeda, el gato tuerto estaba en un rincón, "x miss, ¿por qué sigues conmigo?" el gato se acercó a tallarse en su pantorrilla, dejó el cubo en la entrada, tomó una toalla delgada y raída para secarse, luego se acostó lentamente, sus pies y sus manos estaban helados, tomó un cobertor también raído, se envolvió y lentamente se acomodó en la hamaca, tosió de nuevo, escalofríos comenzaron a recorrer su cuerpo y la la temperatura parecía concentrarse en la frente, elevánsose rápidamente.

 Sus mareos la remontaron de nuevo a esos días, no sabía si eran los recuerdos o su cuerpo el que dolía y sacudía su cuerpo en bruscos estretores, el olor a la pepita tostada, los camotes con miel, las ciruelas consumidas en el árbol, su  bebé recién nacido, el niño que corría por el patio, el joven que se fue un día prometiendo reparar su casa, el gatito tuerto que recogió de un baldío y alimentaba con tortilla enmantecada o huevo cocido, las gallinas que alimentaba con masa y hieba.... "Madre, óyeme, mi plegaria es un grito en la noche..."  Afuera la lluvia arreciaba, pero ella ya no la escuchaba...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comentarios3

  • Omaris Redman

    Interesante y sentido tu relato estimada Lourdes, buenas remembranzas, saludos cordiales,

  • Damián faune ponts

    Muy triste y trágica historia...cuantas veces tenemos esa esperanza que todo nos salga de maravillas,pero el destino y la magra vida nos juega una mala pasada.acresentando sonrisas y también recuerdos que uno quiere olvidar...

  • Joselin Guzman

    Atrapada, en esa palabra resumo tu escrito. Muy real, pude ver a esa anciana. Saludos



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