Días tristes

José Luis Barrientos León

 

A veces los días tristes tardan en irse,

y nos dejan flotando en su propia divinidad,

cambiando el sentido de lo cotidiano,

el aire se distrae con heridas que vuelven,

el perdón abriga el destino por miedo al tiempo,

y el amor se transforma de poesía a rezo,

modificando el sentido de la vida

cuando no se espera nada,

y se confunde el silencio con consuelo,

y la herida con la cicatriz.

 

Estos días tristes insisten en ser serenos,

profundos y melancólicos,

destructores del verbo dolor y recuerdo,

sin dejarnos mudar la piel,

para vestir el tiempo que nos queda,

con nuevos trajes de esperanzas,

que encuentren al lado lo que creíamos lejos.

 

A veces tardan en irse

Y quieren dejar en el alma un libro de páginas frías

el tiempo condicionado por manos vacías

y memorias que te calcinan en el interior

sin permitir las cenizas de piedad

que vuelen libres por encima del rencor.

 

No se van, aunque lo pidamos,

porque las ventanas están cerradas,

y dentro de nosotros reside el frío

y el miedo sopla con su silencio

desgarrando el alma, el cuerpo y el tiempo

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