Sé que fui avispa y tú la azucena

el brujo de letziaga

Volé por tu copa de frescura,
oh tu rocío, al tiempo del resol matinal,
estabas quieta y sola,
en tu hermoso valle y cercana sierra...

 

Me posé en tu corola, una delicia pura,
más tarde ensangrentada,
que tras destilar tu pureza, lozana y húmeda,
viviste un deshojar de melancolía...

 

Sé que fui avispa y tú la azucena,
que traspasé la distancia para chupar tu dulzura,
y hacernos sangrar la vida,
tras un beso agotador que embriagó mi boca...

 

Precipité mi fuego en tu morada,
allí donde tiembla y muere la suprema esencia,
oh flor por mí picada, luego despechada,
hoy una hermosura en el cielo, sin las alas de mi alma...

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