**~Me Quedo Aquí XVIII~**

Zoraya M. Rodríguez

Me Quedo Aquí XVIII



Los equinoccios son mi vida,

son el invierno frío cuando la era llega,

como la nieve y el frío,

y el deseo y lo más friolero en mi sentido,

es un tiempo nefasto,

el que adelanta una fría nieve,

como en la nieve un sólo frío,

que perfila hacia una sola insistencia,

cuando en el alma no se enfría,

como una sola salida por llegar a la primavera,

como una verdad en que se detiene el sol en la mirada,

ni la lluvia puede detener al sol,

cuando en la primavera nacen y renacen las rosas,

y como una Tierra feraz y fértil,

nace y renace la esencia y la presencia,

y son mi corazón y mi alma,

y lo que encrudece de un sólo deseo,

cuando se enaltece la fría voluntad,

y la más inmensa libertad,

cuando en el alma y en el corazón,

es la sola razón que se gana cuando se piensa en mal y en bien,

es tu voluntad pensar y la mía hacer recordar,

pero, llega la estación de verano,

y en la playa demostrar que soy como el sol,

cuando en el bronceado queda adherido en la piel,

y no puedo soltar ni sus rayos de sol,

cuando en el ademán frío es cálido como la luz,

pero, quedo en verano en total desenfreno,

como una sola verdad inocua,

o como un trayecto frío en una sola transición,

y me pierdo en la estación del verano,

cuando crece mi tiempo y mi frialdad,

en un sólo mal destiempo,

cuando el tiempo transcurre,

como una sola soledad,

y en la libertad cálida,

me quedo aquí,

pues, en mi mundo sólo existe libertad,

ocio y libertinaje,

como en mi vida un tiempo salvaje,

en que el tiempo llega en un frío otoño,

cuando las hojas caen y hacen retoño,

cuando las hojas verdes eran un inmenso árbol,

en otoño es un frío desierto,

me quedo aquí,

con el tiempo a mi favor,

la deshonra, el desdoro, la deshonestidad,

fueron tu eterna voluntad,

el degollamiento, y la decapitación,

fueron tu carta de presentación,

la catapulta de tu insensatez,

y ya no porque ya mi cuerpo no siente,

es como roca adherida al mar,

que si bate el mar contra la roca,

no lo siento ni lo percibo,  

sino veo olas y horizonte desde a lo lejos,

y como un dolor de cabeza que hiere en la cien,

sólo se derrumba un porvenir,

cuando en la estación corre en ser verano,

en primavera o en otoño o invierno,

las cuatro estaciones del año,

vivo en el año,

destrozando el camino o el venidero cruel instante,

me quedo aquí,

como el principio friolero,

de un invierno frío destrozando,

la ira o en la cálida piel,

desviando la era como transición,

y es como destruir a la vida sin destino,

cuando el camino es frío,

como el insistente desafío,

se convierte el alma en luz,

en luceros y senderos,

el degollamiento y la decapitación,

es el frío en el alma,

y en la seriedad una sola persistencia,

cuando en el jactar,

se siente como inicio,

de un sólo principio,

como una debilidad inocua,

pero, fuerte en el alma descendente,

cuando una fortuna es infortunio,

como el deseo en el corazón,

así, es la primavera,

y el invierno y el otoño y el verano,

nace en primavera,

en verano renace,

pierde color en otoño,

y en invierno sólo es dolor y frío,

así, es la vida y el corazón,

y con tanta razón se gana en desgana,

lo que se pierde en el alma,

una fría voluntad de quien es inerte,

como la inmovilidad del tiempo,

del sol en verano,

y el movimiento del viento en otoño,

cuando caen las hojas,

dejando inerte el corazón,

y la idea de entrever la razón,

me quedo aquí,

como viento en otoño,

como rosas en primavera,

como calor en verano,

y frío en invierno…



Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez 

EMYZAG



  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de enero de 2024 a las 00:01
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 4
  • Usuario favorito de este poema: alicia perez hernandez.
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