Mi solitaria en nochebuena

Joseponce1978

De un tiempo a esta parte siento

que no me hincha el alimento,

y por más que coma y coma

mi apetito no es de broma.

Esta gula milenaria

se debe a una solitaria

que a mis tripas se ha agarrado

y se come mi bocado.

Pero es justo en nochebuena,

al momento de la cena,

que pone de manifiesto

sus ganas de echar el resto.

Concreté con ella el trato

de cederle el primer plato,

pero voy por el noveno

y este apetito sin freno

ya no ruge sino truena.

Medio pavo no me llena

ni me sacia la lubina,

el marisco no termina

de asentarme el buen probecho.

Solitaria, que te habré hecho

para no dejar resquicicio

a mi bolo alimenticio.

Mi cuñado no da crédito

a un atracón tan inédito:

Se imagina que me escondo

el fuet en un doble fondo,

y anda buscando su presa

por debajo de la mesa.

Le revelo mi desdicha

de ser huésped de una bicha

y entre risas me asegura

que el cianuro me lo cura.

Al verme engullir mi suegra

el jamón de pata negra,

esconde los langostinos

de mis hondos intestinos

para ofrecerme una jarra

por ver si la bicha embarra

y borracha de cerveza

asoma al fin la cabeza

para pedir el turrón

y un golpe de cucharón

le aniquila el gusanillo

de más carne de membrillo.

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  • Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de diciembre de 2023 a las 10:40
  • Comentario del autor sobre el poema: La tenia, también conocida vulgarmente como solitaria, es una especie de lombriz que crece dentro del intestino de una persona o un animal y se nutre absorviendo el alimento ingerido por su huésped. Mi obsesión con este párasito viene de lejos cuando era pequeño y un día me puse a comer de manera compulsiva. Entonces mi madre me dijo que estaba comiendo como si tuviese una solitaria. Yo le pregunté que qué era una solitaria y ella me dijo que era una especie de culebrilla que se agarraba a las tripas de una persona y se zampaba todo lo que la persona en cuestión comiera, y por eso las personas afectadas por este parásito nunca saciaban su apetito. En un principio, a mí aquello me sonó a ciencia ficción, pero luego el asunto empezó a preocuparme y llegué a creer que tal vez fuese verdad y tenía una solitaria. Me monté mi propia película y terminé convencido de que si me entraba hambre y no comía rápido, la solitaria también tendría hambre y empezaría a comerse mis tripas. Y por eso empecé a comer a todas horas, hasta que mi madre se dio cuenta de mi estado de ansiedad y me dijo que me lo había dicho de broma, que solo era un decir y no me preocupase más. El poema es por satirizar un poco. Cuando llega la navidad, y en especial la nochebuena, nos excedemos con la comida como si tuviéramos la solitaria.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 10
  • Usuarios favoritos de este poema: Mercedes Bou Ibáñez, José Valverde Yuste, Texi.
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